ECM de
Barbara
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Descripción de la experiencia:
A la edad de 41 años, me estaba
muriendo a resultas de un desfallecimiento hepático y una hemorragia gástrica
súbita necesitando 12 unidades de sangre “stat”. Recuerdo que fui ayudada a
encamarme y también del dolor atroz en todo el cuerpo, así como de mi gran
debilidad. Yo estaba hospitalizada desde hacía 2 meses y considerada entonces
por el equipo médico como estando en fase terminal. Estaba totalmente absorbida
por mi entorno, mi cuerpo en grave estado, estaba deprimida y ansiosa. Tenía a
cuatro niños en casa que tenían necesidad de mí. Bruscamente, empecé a quejarme
de una penetrante luz en los ojos. Nadie parecía ayudarme. Eso se intensificó. A
continuación, observé que el dolor desapareció y apreté los dedos sobre la parte
lateral de la pierna. Había material médico por todas partes sobre mi cuerpo y
podía “verlo nítidamente”, luego me sentí paralizada y “guay”. Después, pude ver
a todo el mundo por todas partes en la habitación, muchos médicos y otras
personas, me sentía “desolada” por ellos. Me sentía muy inteligente y móvil.
Podía ver a mi marido llegar a la entrada del hospital. Me miré, parecía muy
pequeña e irreconocible. Me pregunté si realmente se trataba de mí. Luego parecí
desplazarme, los pies por delante, a muy gran velocidad, cada vez que levantaba
la cabeza, no podía ver el fin del pasillo. De pronto fui envuelta por una
profunda paz, calor y amor. La “situación” era muy magnética y el sentimiento de
amor muy intenso. No tenía miedo, me sentía en mi casa y en paz. La intensa
presencia de amor me envolvía. Yo tenía una especie de “sentido de orientación”,
parecía que comprendía lo que tenía que hacer a continuación sin que se me
dijera. Era como si tuviese otras “tareas” que cumplir, que en cierto modo yo
iba a continuar. Pero me sentía fatigada…y no tenía ninguna intención de irme de
allí. Seguidamente sentí volver el dolor, luego se volvió intenso y pensé: “ya
estoy de vuelta”…luego: “Voy a mejorar y esta gente no lo sabe.”…intenté hablar
pero estaba demasiado enferma para hacerlo. Más tarde fui transferida a Cuidados
Intensivos, era reticente a pensar en aquella experiencia…a continuación, tras
mi salida unas semanas más tarde, me di cuenta que no podía hablar de ello a
nadie sin echarme a llorar. Veía al médico todas las semanas y finalmente
encontré el valor para decírselo. Él meneó la cabeza y dijo: “Pues bien, en dos
ocasiones pensamos que te ibas.”. Durante mucho tiempo, me sentí tan cambiada
que pensaba: “¿Sabes?, tú ya no eres tú.”.
Me
sentía sencillamente como otra persona y no podía explicárselo a nadie. Me hizo
falta un año para recuperarme, durante la primera semana en casa dormía mucho.
Me desperté acostada sobre la espalda en mi lecho. Estaba sola en el piso y en
general deseaba tener a alguien para que me ayudara a salir de mi silla etc.
Pero yo estaba sentada sobre la cama y miraba por encima de mi hombro izquierdo,
sosteniéndome con las manos, parecía que mi cuerpo seguía aún acostado en la
cama y que yo me había “separado” de él (!). Rápidamente me volví a acostar
sobre la cama y me quedé completamente inmóvil. ¡¡Tenía miedo de intentar
levantarme de nuevo para salir de la cama!!
¡¡¡Este episodio
también me lo guardé para mí!!! Todo esto se produjo hace 20 años, hoy aún me
siento “diferente”. Nadie posee las palabras humanas para hacer comprender
realmente a otro ser humano lo que eso produce en la vida de una persona, o la
profundidad de nuestros sentimientos. Expresar eso a cualquier otro es
frustrante y siempre se sabe que no va a poder comprender, también puede haber
ahí una pérdida de sacralización. Pienso sentir más tolerancia hacia todo el
mundo, pero en cierta manera, parece que nadie me comprenderá jamás. De hecho,
olvidé mencionar que durante mi ECM, parecía ser una “persona total”… ¡quiero
decir que no parecía haber perdido ninguna parte de mí misma, es decir trozos de
mi cuerpo, etc.! En absoluto tenía consciencia de ser otra cosa distinta
de mi yo total. ¿¿¡¡Siempre Bárbara¡¡?? Por otra parte, pienso proteger mis
sentimientos más de lo que jamás lo haya hecho antes, tengo todo un nuevo
conjunto de valores en la vida.
¡¡¡Gracias por vuestra atención!!!
Soy enfermera diplomada de Estado, antes de mi enfermedad me formé durante 3
años en comunicación visual, en el momento de mi ECM no tomaba ningún
medicamento. No hubo “pasar revista” a mi vida, de hecho cuando me permití en mi
fuero interno reflexionar sobre lo que había vivido, pensé que de hecho había
abandonado mi cuerpo sin duda alguna etc., ¡¡¡inmediatamente me chocó el hecho
que me había sentido completamente libre de toda culpabilidad!!! Fui educada en
tanto que católica y bajo la amenaza: “Tú serás juzgada”, se me recordaba
cotidianamente el pecado tanto el “mortal” como el “venial”. ¡¡¡Ser culpable y
tener que vivir con la consecuencia, Dios estando irritado de un modo u otro, me
imaginaba por entonces que se trataba de un desesperado problema vital!!!
Pero…¡¡¡¡¡¡yo no me sentí culpable de n-a-d-a d-e n-a-d-a!!!!!! ¡¡¡Sentí un
abrazo y un amor increíble más allá de lo que se pueda pensar!!! No vi a nadie,
pero sentí “masivamente una presencia” de calor y de amor, un fuerte sentimiento
de armonía y de alegría. Por otra parte, pienso que es importante resaltar que
al día siguiente todos mis análisis de sangre (tests de sangre hepática) eran
completamente normales, al igual que mi función renal. Todos mis exámenes
siguieron siendo normales a partir de ese día, había padecido un bloqueo de los
riñones antes de mi hundimiento, sólo filtraban 1 cc al día. Sin embargo,
durante mi estancia en el hospital mi peso cayó de los 64 Kg. habituales hasta
los 40 Kg., pero yo volví a trabajar a tiempo parcial un año más tarde, todavía
delgada, frágil y con dolores, habiendo dicho el médico que tenía lo que él
llamó un “adelgazamiento de los huesos”. Pero no temo confesaros que en aquel
momento de mi vida, cuando volví a trabajar, ¿¿¿¡¡¡parecía que mis pacientes se
sentían siempre mejor cuando yo estaba allí!!!??? ¡¿No parece una locura?!
Confieso que empecé a “investigarlo” tras haber observado que se producía.
Frecuentemente fui asignada a Cuidados Intensivos, parecía que incluso ahí los
pacientes en peor estado sufrían menos o descansaban mejor, etc. Incluso algunos
de mis amigos colegas hicieron la observación y yo respondía con una gracia:
“¡Oh, es mi toque mágico!”. Os doy las gracias, he añadido estas observaciones
sólo porque quiero ser honesta y exhaustiva en relación con las informaciones
que os proporciono, deseo que sigáis teniendo éxito en vuestro estudio de las
ECM. No es obligatorio que estas informaciones sean añadidas al primer relato
que os he enviado. Sólo pensé que os podrían interesar para vuestras
investigaciones.