ECM de Bob A
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Éste es uno de los casos más sorprendentes con que me he encontrado. Quiero expresarle a Bob mi profunda gratitud por compartir su historia. Algo avergonzado por su dislexia que le impedía rellenar nuestro formulario NDERF, pidió perdón varias veces, pero nos envió un correo electrónico indicando que deseaba compartir su historia a toda costa. No puedo deciros lo humilde que me sentí en presencia de alguien tan único y altamente espiritual. Fue un honor para mí entrevistarle y ayudarle a compartir su experiencia. - Jody



Descripción de la experiencia:

Apuesto a que os preguntáis que por qué tengo una iglesia. Cuando era niño pasaba mucho tiempo con mis abuelos. Vivían en una casa escolar construida en 1896 a lo largo del Río Mississipi. Era gente un poco ruda pero la más honesta con que jamás me he topado. En 1984, la iglesia se puso en venta por lo que la compré. Mi abuelo estaba orgulloso a más no poder: “Yo poseo la escuela, tú posees la iglesia, podemos dirigir el ayuntamiento.”

Un día, mientras trabajaba en el techo de la iglesia, mi abuela me trajo un almuerzo. Bajé de la azotea para descansar un poco. Pagaba a mi cuñado para que me ayudara a recoger los escombros del techo arrancado. Tenía prisa por volver arriba y terminar de colocar el papel alquitranado, por lo que dejé a mi cuñado y a mi abuela en la parte delantera, comiendo su almuerzo, y volví a la azotea. Llevaba varios días trabajando con una cuerda de seguridad atada a mi cintura y, convencido de que no me caería, decidí no colocármela esta vez. Gracias a Dios que no lo hice, pues una brusca detención en mitad de la caída seguramente me habría partido la espalda por la mitad.

Me acuerdo de estar arrancando los clavos de las planchas de madera sobre las que me sostenía sin saber que una de ellas iba a ceder. Me acuerdo de estar diciéndome a mí mismo, mientras me caía por el borde: “Quizás no esté tan lejos”. De repente, me fui volando de la azotea. La siguiente experiencia es muy difícil de explicar, porque no hay nada con lo que pueda compararse. Cuando golpeé el suelo, fue como si el ímpetu de un tren de mercancías a 100 millas por hora me hubiese catapultado de mi cuerpo.

Me acuerdo de levantarme y mirar alrededor y constatar que todo era de color verde. Verde claro, verde oscuro, toda la gama de los verdes. La iglesia era verde, el Río Mississipi era verde. Pensé que me había roto la cabeza. Puse mis dos manos a ambos lados de la cabeza para sostenerla y me tumbé de espaldas. Cuando mi cuerpo golpeó la tierra, imágenes de mi vida desfilaron por mi mente. Era como un tren carguero de conocimiento moviéndose a la velocidad de la luz. Cada vagón representaba experiencias de mi vida (buenas y malas) desde el momento en que entré en el vientre de mi madre, hasta ahora. Yo era el único juez de mis actos. Recuerdo sentirme muy mal al volverme a ver golpeando a una rana con un palo siendo un niño. El último cuadro fue una toma viendo a mi mujer con mis dos niños de 2 y 4 años.

Tras la revisión de mi vida, oí a mi abuela rezar por mí, por lo que yo también dije mis oraciones: “Querido señor Jesús si me dejas sacar adelante a mis hijos trabajaré para ti el resto de mi vida, en el nombre de tu hijo Jesucristo amén”.

Volví a mi cuerpo. Noté que tenía el pecho amoratado debido a un golpe de la barbilla, pero yo no comprendía. Me habían extraído una muela del juicio unos días antes y había olvidado mencionarles a los médicos que estaba tomando medicamentos contra el dolor. Lo maravilloso fue que el día anterior hice que mi hermano recogiera los restos de madera esparcidos alrededor de la iglesia. Él los recogió todos excepto una hoja de contrachapado que estaba apoyada sobre madera y piedras a una pulgada o pulgada y media del suelo. Este cojín bastó para amortiguar mi aterrizaje y evitarme la muerte.

No soy la misma persona que era antes del accidente. Conozco a esa persona, pero nuestros intereses y nuestros pasatiempos son totalmente diferentes. Lo más destacable de mi ECM ha sido los dones psíquicos y paranormales consecutivos a la experiencia. Lo más sobresaliente es mi conexión con Jesús y el poder de la oración.

De vuelta al hogar, conseguí un trabajo suplementario construyendo una casa por encargo. El mismo día, una semana más tarde, me caí desde seis pies de altura a lo largo de la fundación, la articulación de mi brazo se desencajó y héteme aquí otra vez en el hospital. Esta vez me radiografiaron la espalda constatando así que había muchas lesiones. El seguro no quiso pagar por tratarse de un trabajo suplementario. Les dije que me había caído del techo de una iglesia la semana anterior y que las lesiones se debían seguramente a aquella caída, pero fue en vano. El informe decía que había aterrizado sobre mis pies.

Recuerdo haberme sentado en la cama rezando mis oraciones: “Querido señor Jesús, quien querría a un carpintero manco que no sabe leer ni escribir bien.” Entonces, vino un ángel y me dijo que yo sería un patrón. Los ángeles nunca mienten, y hasta ahora he trabajado en 30 proyectos. Y cada vez que digo mis oraciones son siempre contestadas.

Toda mi vida he padecido dislexia. He coleccionado “D” y “F” a lo largo de todos mis estudios (“D” y “F” en Estados Unidos significan malas notas). Encontré a mi esposa en la escuela secundaria y ella hacía todos mis deberes para ayudarme a terminar la secundaria. Lo triste es que las personas que saben leer y escribir rara vez le oran a su hacedor. No cambiaría mis discapacidades por nada del mundo, pues éstas me han abierto los ojos a una comprensión superior en la que mis libros se abren por la oración y Dios siempre me indica la página adecuada.

Un año más tarde, le hablé a mi abuela a propósito de esa caída y del hecho de que yo había andado, de que todo era verde y de que me sostenía la cabeza mientras estaba echado. Mi abuela me dijo: “Te caíste del techo y no te volviste a levantar hasta que los paramédicos te metieron en la ambulancia.” Supuse que simplemente era porque ella ya estaba añosa por lo que no podía acordarse pues yo sabía que me paseé. Por lo que llamé a mi cuñado que también se encontraba allí en el momento del accidente. Me repitió lo mismo: “Te caíste y permaneciste en el suelo hasta que los paramédicos te colocaron en la ambulancia”. También me percaté de otra cosa, y es que es imposible sostenerse la cabeza con las dos manos y simultáneamente echarse en el suelo. Sin embargo, yo sé que lo hice. Presumo que no me hacían falta mis brazos físicos para que Dios me devolviera a mi cuerpo.

P.S.: Dios me ha dado una esposa extraordinaria. Aún está mecanografiando estas notas para mí para suplir mis defectos. Y desde que me la encontré con 15 años, siempre he pensado que era un ángel, y es por eso por lo que le dedico esta página por amarme pase lo que pase.

Que tengas un buen día, pues ello es una elección.

Bob A.

¿Alguna medicación asociada o sustancias que puedan haber afectado a la experiencia? No lo sé con seguridad.

Explicación: tomaba medicamentos contra el dolor antes de que ocurriera el accidente.

¿La experiencia fue difícil de expresar con palabras? Sí.

¿Qué es lo que en la experiencia la hace difícil de comunicar? No puedo explicar la experiencia, sólo puedo esbozar analogías de la experiencia. La sentí como el ímpetu de un tren de mercancías a 100 millas por hora.

¿En el momento de la experiencia, existía una situación amenazante para su vida? Sí.

Describa: me caí del techo de una iglesia y quedé totalmente inconsciente.

¿Cuál era su nivel de consciencia y de vigilancia durante la experiencia? No me di cuenta de que mi cuerpo yacía en el suelo pues yo estaba de pie, caminé en derredor y me sentí bien. La única diferencia era que todo estaba teñido de verde como si miráramos a través de gafas de sol de color verde. Había energía circulando a través de mí, no veía a mi abuela, la oía.

¿Fue la experiencia de algún modo parecida a un sueño? No.

¿Experimentó una separación entre su consciencia y su cuerpo? Sí.

Describa su aspecto o forma cuando estuvo fuera de su cuerpo: no me veía.

¿Qué emociones sintió usted durante la experiencia? Ninguna.

¿Oyó usted algún sonido o ruido extraños? Sólo a mi abuela.

¿Pasó usted por, o en, un túnel o recinto? No.

¿Vio usted una luz? Sí.

Describa: todo lo que veía tenía un tinte verde.

¿Encontró usted, o vio, a otros seres? No.

¿Experimentó usted una revisión de acontecimientos pasados de su vida? Sí.

Describa: vi cada uno de los actos de mi vida imagen a imagen y cada cosa buena y mala. No existía ningún juicio salvo mi sentimiento en relación con lo que pasaba. Por ejemplo, durante la revisión de la vida recuerdo que me sentí muy mal por haber golpeado a una rana con un palo cuando era niño. El último cuadro fue de mi esposa y niños. Entonces oí a mi abuela rezar por mí. Empecé a rezar yo también. En ese momento comprendí el poder de la oración y puse mi fe en Jesús.

¿Observó usted u oyó, durante su experiencia, algo relacionado con personas o acontecimientos que pudiera ser verificado más tarde? No.

¿Vio usted o visitó dimensiones, niveles o lugares hermosos o de alguna otra manera peculiares? No.

¿Tuvo usted alguna sensación de alteración del tiempo o el espacio? Sí.

Describa: lo vi todo en un abrir y cerrar de ojos – la revisión de mi vida entera. En tiempo terrestre, contarle a alguien mi vida fotograma a fotograma llevaría años. El flujo de información se transmitía en un flujo de luz.

¿Tuvo usted la sensación de tener acceso a una sabiduría especial, a un orden y / o propósito universal? Sí.

Describa: sí, yo sabía que si Dios me dejaba volver, le dedicaría mi vida y me aseguraría de ser un buen padre para mis dos hijos.

¿Alcanzó usted un límite o una estructura física de delimitación? No.

¿Se dio usted cuenta de futuros acontecimientos? Sí.

Describa: no durante la experiencia, sino poco tiempo después. Conocía el futuro porque lo veía en sueños que se realizaron.

¿Se implicó usted en, o fue consciente de, una decisión de vuelta al cuerpo? Sí.

Describa: le recé a Dios para que me dejara volver y lo hizo.

¿Como resultado de su experiencia, ha recibido usted dones psíquicos, paranormales u otros dones especiales que no tuviera antes de la misma? Sí.

Describa: podía ver el futuro en sueños, sé cosas rezando y escuchando las respuestas. Utilizo procedimientos chamanísticos que nadie me enseñó, pero que me han dicho que sólo son transmitidos en círculos familiares. He tenido muchas experiencias de curación por la oración y la imposición de manos. Recientemente, he ayudado a resolver el asesinato de una joven chica. Tuve la visión de una vida anterior y me curé de los restos de una animosidad emocional debida a una muerte durante la guerra civil y que traje conmigo a esta vida. Encontré al compañero responsable de la masacre de mi batallón. Al final, el perdón fue la respuesta.

AMPLIADO MÁS ABAJO

¿Tuvo usted tras su experiencia algún cambio de actitudes o de creencias? Sí.

Describa: ver más arriba.

¿Ha afectado la experiencia a sus relaciones? ¿Vida diaria? ¿Prácticas religiosas etc.? ¿Opciones de carrera?

Absolutamente. Sin esta ECM mi matrimonio habría fracasado. Cuando regresé, empecé a ir al estudio de la Biblia y eso es lo que salvó mi matrimonio. Hago todo lo posible para asegurarme de que son educados apropiadamente. Jesús, la Biblia y la oración ocupan gran parte de todo lo que hago en mi vida.

¿Ha compartido usted esta experiencia con otros? Sí.

¿Qué emociones experimentó usted después de su experiencia? Ninguna.

¿Cuál fue la mejor y la peor parte de su experiencia? La mejor, fue saber que estaría ahí para mis niños. La peor fue pensar que no estaría ahí para mis niños.

¿Ha cambiado su vida específicamente a consecuencia de su experiencia? Sí.

Describa: ver arriba.

¿Tras la experiencia, ha habido otros elementos en su vida, medicamentos, o sustancias que hayan reproducido parte de la experiencia? Sí.

Describa: tres años tras la experiencia, consulté a un hipnotizador para saber si realmente había andado alrededor de mi cuerpo. Mi abuela y mi cuñado me dijeron que no me había movido desde el momento en que toqué el suelo hasta el momento en que fui llevado al hospital. Yo podría haber jurado que me moví porque me levanté y anduve en rededor. Durante la regresión, volví a vivir la ECM. Me vi a mí mismo en las nubes a unos 300 pies de altura mirando a alguien precipitarse desde el techo de una iglesia.

¿Las preguntas planteadas y la información que acaba usted de proporcionar describen exacta y exhaustivamente su experiencia? Sí.

Por favor ofrezca alguna sugerencia que usted tenga para mejorar el cuestionario de www.nderf.org : soy disléxico. Me gustaría escuchar los relatos en la web.

DONES PARANORMALES

Curación

Había una mujer que siempre empezaba a tener hemorragias al tercer mes de embarazo. La primera vez, le di un rosario y le pedí que le rezara a Jesús. Aunque perdió a su hijo, la hemorragia cesó. La segunda vez, volvió a tener una hemorragia al tercer mes de embarazo y me llamó. De nuevo, vine con mi rosario y rezamos. Esta vez, el bebé vivió y la hemorragia cesó. La tercera vez, la mujer volvió a tener una hemorragia al tercer mes y me llamó de nuevo. Esta vez, le tendí el rosario y rezamos. El bebé vivió y la hemorragia cesó.

Mi hermano.

Estaba conduciendo a casa y vi un terrible accidente de motocicleta. Me sentí compelido a parar y rezar por el motociclista. Más tarde averigüé que el motociclista era mi hermano. Estaba tan desfigurado que no lo reconocí. Gracias al poder de la oración, mi hermano sigue todavía hoy con nosotros.

Un empleado

Un tipo, cuya familia era original de Irlanda, trabajaba para mí. Su madre estaba muy enferma y se estaba muriendo. El hombre quería estar con su madre antes de que se muriera, pero no tenía suficiente dinero para un billete regular de avión. Tuvo que comprar uno por adelantado para poder permitirse ir a Irlanda. El tipo no paraba de preguntarme que para cuándo debía comprar el billete. Tras unos seis meses, aún me preguntaba si era el momento. Esta vez le respondí: “Sí, vete”. Compró su billete, pasó tres días con su familia y pudo estar presente cuando su madre murió. Estaba muy agradecido por haber podido ir allí y me lo agradeció efusivamente cuando volvió a Estados Unidos.

Reencarnación.

Tuve una profunda experiencia cuando me vi a mí mismo como soldado de la Unión en la guerra civil. Mis zapatos estaban hechos jirones, podía sentir el frío en los dedos de los pies llegando a través de los agujeros. Estaba muy cansado y había perdido mi espada. Andaba a lo largo de un barranco levantando cabezas para ver si alguien seguía con vida tras el ataque en Antietem. Más tarde, mientras visitaba parientes tuve un extraño sentimiento de que necesitaba conducir por los alrededores y encontrar algo relacionado con la guerra civil. Me topé con un museo indio. Aun no pudiendo entender por qué me encontraba allí, bajé de todos modos. Cuando pasé por un tepee (el tepee es una tienda de piel de animal y forma cónica utilizada como vivienda por los amerindios) tuve el más extraño de los sentimientos. Fui al conservador y le pregunté por el tepee. Me dijo que un tipo llamado Larry insistió para que formara parte de la colección diciendo que era de la guerra civil. Me puse en contacto con Larry y tuvimos una buena conversación aquella tarde. Averigüé que él también solía tener visiones retrospectivas (flashbacks) de la guerra, al igual que yo. No sabíamos cuál era nuestra conexión, pero de algún modo estábamos conectados. Me animó a que asistiera al 135 aniversario de la reconstrucción de Gettysburg. Cuando llegó el momento, fui y busqué a Larry. Nadie lo conocía en el primer lugar que comprobé. Por lo que le recé a Dios y fui dirigido a un punto en medio de un campo confederado. Resultó que Larry no estaba allí, pero su hermano sí. Su hermano me dijo que Larry no estaba allí porque era alérgico al traje de lana. Yo tenía muchas visiones retrospectivas (flashbacks).

Cuando llegué a casa, llamé inmediatamente a Larry. Le dije que le perdonaba. Él era el soldado que ordenó la muerte de mi batallón y que se llevó mi espada. Larry prorrumpió en una intensa liberación emocional vía telefónica. Fue un momento conmovedor. Nunca es demasiado tarde para perdonar – ya sea en esta vida o en otra.

Me pidieron que usara mis dones psíquicos para ayudar a la policía a resolver un asesinato. Doy gracias a Dios por permitirme educar a mis hijos y por todas las bendiciones que me permite experimentar.

La última fue trabajando en el caso de la desaparición de una chica en el lago Moose (Alce), Minnesota. Por aquel entonces trabajaba en Cincinnati, Ohio. Mi hermano me llamó para informarme sobre el caso. Mientras me decía su nombre, yo era capaz de ver al asesino y cómo lo hizo exactamente. Mi hermano me pidió que llamara a la policía local y lo hice. ¡Me dijeron que si me necesitaban me telefonearían!

Tras unas semanas, mi hermano volvió a llamarme y me preguntó si había llamado a los polis. Le dije lo que me habían dicho, me dijo que llamara a un número, y lo hice. Les pregunté si era un número de ayuda para el caso Katie Porter y respondieron que “sí”. Le conté a la persona todo lo que había visto en detalle incluyendo que la había apuñalado siete veces, violado, cortado con una sierra de cadena y quemado en un hoyo de barbacoa en su casa. Y que, al día siguiente, había utilizado una vieja excavadora para enterrar las cenizas cerca de un cenagal.

La señora se puso a llorar, y dijo que era la madre de Katie. Me suplicó que la ayudara a encontrar a su niña y que me pagaría cualquier cantidad de dinero. Le dije que no cobraba dinero, que lo que se recibe gratis debe volver a darse gratis. Le pedí que me enviara una camisa y una media que hubiesen pertenecido a su hija.

Conduje 900 millas sin mapa. Terminé a 2 bloques de la casa del asesino. La energía terminaba en la intersección de un camino de gravilla. Llamé al número y dije quién era yo y adónde había llegado. La persona que respondió era Pat, el hermano de Katie. Dijo que estábamos a 2 bloques de la casa del asesino. Le pedí que me acompañara 2 bloques más allá frente al camino del garaje del asesino. ¡Sentí la peor energía de toda mi vida! Tuve ganas de vomitar y se me puso la piel de gallina en brazos y cuello.

Tomé fotos con mi cámara por todas partes a mi alrededor. Pat estaba chocado por el modo en que la propiedad me había afectado. Vi el remolque, el patio y el hoyo donde la había quemado, y le dije que éste era el hombre que había matado a su hermana.

Más tarde, ese mismo día, descargué mis fotos y quedé impresionado. Había captado un demonio cornudo en la carretera y una foto de la cara de Katie con un cráneo a su izquierda. Llamé a Pat y le pedí que viniese a ver lo que tenía. Quedó atónito y me preguntó: “¿Podrías mostrarle esto a mi madre?” Al día siguiente fui a mostrárselas a Pam, la madre. Cuando entré en su casa estaba llorando, y dijo: “¡Odio a Dios por esto!” En ese momento, supe qué decirle: “Pam, Dios no tiene nada que ver con este asesinato”. Le pregunté mientras miraba la foto: “¿Acaso Dios tiene cuernos? Esto es obra de Satán.” Semanas, meses más tarde Blom fue condenado por el asesinato de Katie, a pesar de no haberse encontrado el cuerpo pues hallaron un trocito de hueso de mandíbula y un diente en el hoyo de la barbacoa, en la propiedad del asesino, y esto bastó para detener al asesino.

Lo más triste de todo esto es que fue el demonio que vi quien realmente cometió el asesinato sirviéndose del cuerpo de Blom. No pudiendo utilizar más a Blom, saltó al camino al acecho de otra alma débil fácil de manipular. El verdadero problema no puede solucionarse; los polis no pueden encerrar a los demonios en las celdas de la prisión. He creado un sitio web para Katie con las 2 fotos. En la foto de abajo, mirad entre las huellas de los neumáticos y veréis una forma gelatinosa cornuda. En la foto de arriba, mirad a la derecha por encima de la verja blanca y veréis la cara de Katie con un cráneo a su izquierda.