ECM de Bones (Huesos)
Casi en el paraíso con mi Harley Davidson
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Descripción de la experiencia:

¿Habéis oído nunca una historia que de veras parezca no ser de este mundo?

¡Pues bien! Ahí es exactamente (fuera de este mundo) donde estuve cuando esta experiencia tuvo lugar. Fui a algún sitio, que ahora llamo el mundo espiritual.

Fue en enero de 1998. Yo cabalgaba mi Harley (una marca de motocicletas) y un camión me pasó por encima. Fui llevado por aire al hospital de San Diego. Los informes médicos dicen que tuve que ser reanimado tres veces durante el trayecto… Sufrí 56 fracturas, un colapso pulmonar y una herida interna en la cabeza. Mi mandíbula estaba desencajada y traumatizada, había perdido dientes y mi lengua estaba lacerada. Habiendo todo esto provocado un ahogamiento en mi propia sangre.

Permanecí en coma durante la mayor parte de los tres meses siguientes. Hablo de coma porque eso es lo que era. No me desperté ni un solo día, como si hubiese estado dormido. Tras algunas semanas empecé a ir y venir (o sea: a despertarme y volverme a dormir). Esto duró algún tiempo. Porque los médicos me mantenían así en coma, mediante medicamentos. Lo que vais a leer es exactamente lo que me pasó, según lo que recuerdo. Y lo recuerdo muy bien. Nada será añadido para hacer una historia mejor, o para hacer coincidir mi experiencia con la de otros…No vi luces brillantes, ni túnel ni había allí bella música alguna, ni nubes, ni brillo ni oro. Pero lo diré otra vez, ¡quizás yo no estuve orientado en esa dirección! (o sea: que no quiere decir que esas cosas no existan, sólo que yo no las vi).

El hospital está situado en los alrededores de la ciudad de San Diego. Aunque es un muy gran hospital, está escondido en el fondo de un barrio residencial. No pasaréis por delante, a menos que vayáis expresamente a él. El hospital es en cierta manera el fin del barrio. El lugar es el de la comunidad gay de San Diego. Habiéndome mudado de Connecticut a San Diego a los 28 años de edad, estoy seguro que jamás fui a ese hospital, ni pasado por delante antes de esta experiencia. Además, estaba inconsciente cuando llegué en un vuelo de auxilio de urgencia.

Por otra parte, la pista de aterrizaje del helipuerto está sobre el techo, y a continuación, se entra en la zona de urgencias por el techo. Todo esto, son factores muy importantes en mi historia. Mi habitación Nº 734 estaba en la parte delantera del hospital en el séptimo piso. La ventana daba a la entrada principal, una especie de patio delantero de hormigón, cubierto por una especie de techo para proteger de la intemperie. El techo tapaba la vista sobre la entrada, desde mi ventana. Aparte del hecho que mi cuerpo era incapaz de desplazarse hasta la ventana.

Cada vez que parecía me iba a despertar, me percataba que aún tenía otra lesión más. A continuación, volvía a mi sitio favorito. “El patio delantero”, me sentía ahí como si tuviese un amigo, un paciente herido, en el interior del hospital. Y esperase para saber si se iba a curar o no. Aunque yo sabía que ese amigo era yo. Había otro tipo ahí conmigo. Pero cada uno iba por su lado. En aquel momento, yo me figuraba que ambos estábamos en el mismo barco (por así decirlo) y no le prestaba demasiada atención, en realidad. Estuve ahí fuera durante lo que me pareció unos tres días al menos. De noche, pasaba el tiempo en un pasillo exterior sobre el césped justo a la derecha de la entrada frontal.

De noche, no sé donde se metía el otro hombre, pero de día siempre estaba en el patio. A menudo, yo iba a la ventana a contemplar mi cuerpo roto yaciendo en la cama. Era como si viera una película. Yo no veía mi cuerpo ir a la ventana, sólo la vista hacía zoom hacia allí arriba y enfocaba dentro. Volviendo al patio, revisé mi vida. Reflexionando sobre otras llamadas íntimas que había tenido a lo largo de los años. Y sobre amigos que habían muerto a una edad mucho más joven. Yo tenía entonces 40 y mi padre murió hacía 32 años. Yo tenía 8 cuando él murió. Recuerdo haber pensado que yo había tenido una vida mucho más larga que ellos. También recuerdo haber pensado que yo no tenía 6 niños y una mujer dependiendo de mí.

Por aquel entonces acababa de divorciarme y tenía una hija de 7 años. Mi ex mujer se ganaba muy bien la vida y realmente no me necesitaban financieramente. Estaba decidiendo si quería vivir o morir. Pues por alguna desconocida razón, yo parecía tener elección. Alrededor del tercer día, el otro hombre en el patio vino a verme cara a cara. Me miró a los ojos y dijo: “Y bien Jorge, ¿qué vas a hacer?”. Fue ahí cuando me di cuenta que aquel hombre era Dios o alguien a su servicio. Quizás mi padre; aunque no se parecía a las pocas fotos que de él había visto. Ya casi me iba a ir (o sea: a morirme), cuando el pensamiento de dejar a mi hija (que yo adoro) y que quiere mucho a su papá, me frenó. Simplemente no quería que creciese sin su papá. Mientras yo tuviese voz en el asunto, no. Y al parecer, sí tenía voz.

También sabía por aquel tipo, que me restablecería. Él no dijo absolutamente nada, excepto: “Y bien Jorge, ¿qué vas a hacer?”. Pero de algún modo, yo sabía que mejoraría. También sabía que eso llevaría mucho, mucho tiempo. Nos hablamos por telepatía mental o algo así. Le dije, pues, que quería quedarme. También le dije que yo bebía mucho y que no quería volver a ese tipo de vida. En eso, él nunca me respondió. Fue la última vez que vi a aquel tipo. Aunque tengo la impresión, que volveré a verle algún día. Con gran fuerza, fui devuelto a mi cuerpo. Digo esto, porque mi cuerpo estaba sobre la mesa de operaciones, sufriendo aún otra intervención quirúrgica. Cuando me desperté completamente, dije algo, luego oí al médico decir: no puede sentir nada. Entonces comencé a decirles que estaban trabajando sobre mi pierna izquierda, cerca de mi tibia, muy profundamente…Se hizo el silencio en la sala. Entonces, sólo me acuerdo del anestesista y de mí mismo. Empecé a rogarle que me volviera a adormecer. Y tras lo que se me antojó un tiempo muy largo, lo hizo. Durante un tiempo dejé de pensar en aquello. O lo consideré tan sólo un sueño del coma.

Mi amigo Ricardo me visitó una noche, y en adelante empecé a despertarme a menudo. Ricardo me dijo que iba a salir afuera a fumar. Antes del accidente yo también era fumador. Le dije pues: llévame contigo, llevo siglos sin fumar. En realidad, yo sólo quería salir de aquella cama. Y sabía, que si alguien iba a ayudarme a hacerlo, ese era Ricardo. Él y Spivey venían a verme a menudo, y si fumaba, saldría también a menudo. Por tanto, Ricardo fue a buscar una silla de ruedas. Me levantó, me metió dentro y en marcha. Por el ascensor abajo, y afuera por la puerta frontal, todo recto unos 10 metros y entonces nos paramos y echamos el freno de mi silla. Mi mandíbula estaba rota y mis dientes sujetos con hilo metálico. Pero fingía que me gustaba fumar para que me sacasen más veces. Cuando terminamos de fumar y era hora de volver adentro, Ricardo me dio la vuelta de modo que quedé frente a la puerta frontal y al patio. Al ver el lugar en el que solía vagar, y donde también solía estar el otro hombre, e incluso el pasillo exterior al que iba por la noche, me dije “¡Hijo de perra! ¡Aquello fue real!”. Solamente entonces me di cuenta que aquello no fue un sueño. Y le conté a Ricardo toda la historia. Poco después Ricardo me dijo: de ahora en adelante tendremos que llamarte “El huesos”. Y Spivey dijo: no tenías por que preocuparte, sólo los que son buenos mueren jóvenes. Y yo sabía que me iba a curar. Y también sabía que ello llevaría mucho, mucho tiempo.

Para terminar, os diré que pasé 2 años y medio sin probar el alcohol. Y ahora sólo bebo como un “caballero”. Lo que quiero decir con esto es que de los 6 paquetes de cerveza en mi frigorífico que compré hace un mes, aún quedan uno o dos. Mi hija Krysten está creciendo y vive con su papá la mitad del tiempo. Sufrí 43 intervenciones quirúrgicas en los últimos 37 meses. La última hace 6 semanas. Aún conservo íntegras todas las partes de mi cuerpo salvo algunos dientes que fueron sustituidos. Y sé que esto es sólo una parte de ese muy, muy largo tiempo. Krysten tiene ahora 10 años y espero casarla algún día. Y como dice la canción: podría haberme ahorrado el dolor, pero tendría que haberme perdido “EL BAILE”.

Bones (El ”Huesos”).