ECM de Corina
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Descripción de la experiencia:
Sobre finales del
verano de 1989, el médico me informó que me tenía que hacer una histerectomía.
Yo no quería la cirugía. Sentí que era demasiado joven, y habiendo perdido a mi
propia madre por un cáncer de útero a la edad de 30 años, estaba petrificada por
lo que me podrían encontrar. Pero no tenía opción, pues sufría problemas y un
dolor tan severo, que al final consentí en seguir adelante con la cirugía. Me
pusieron en una habitación con cama individual, y me dejaron ahí el resto de la
tarde pensando en lo que me sucedería a la mañana siguiente. Me acuerdo de
rezar, diciéndole a Dios que estaba asustada y que me diese fuerzas. Le recé a
Dios todo el día y le dije que no quería morir.
A eso de las 8 horas de la mañana me llevaron a cirugía, y me devolvieron un tiempo más tarde… creo que a eso de las 11 horas, pero no estoy segura. Lo que sí que recuerdo es el tiempo que les llevó devolverme a mi habitación individual, yo no paraba de llamar a las enfermeras para decirles que algo iba mal. Ellas no paraban de decirme que todo iba bien, limitándose a veces a ponerme una inyección pensando que necesitaba un analgésico aunque yo seguía diciéndoles que no quería ninguno. Finalmente, a eso de las 8 y media de esa noche, recuerdo haber abierto en algún momento los ojos y pensado “me voy a morir”. Cuando intenté alcanzar el timbre para llamar a la enfermera, ni siquiera tuve la energía para hacerlo.
Cuando mi cabeza cayó hacia la derecha, vi una cama en el otro extremo de mi cuarto, con la más hermosa (pelo blanco puro) anciana que jamás vi. Tenía la sensación de que era muy vieja, y todavía se veía tan perfecta, tan joven. Ella me miró con la más dulce de las sonrisas y dijo: “Llamaré a las enfermeras, no temas, todo irá bien.” Debí desvanecerme, pues mi siguiente recuerdo es el de las enfermeras cerniéndose sobre mí diciendo: “¿Qué desea usted ahora?” “¡No puedo respirar, creo que me estoy muriendo!”
Me tomaron la tensión sanguínea y una enfermera aterrorizada les dijo a las otras que llamaran rápido al médico, que algo iba mal. Me dio oxígeno y pronto el médico estuvo a un lado de mi cama diciendo que yo había estado sangrando internamente todo el día, y que me tenían que abrir de nuevo. Hasta ese momento, había estado muy asustada pensando que me iba a morir, pero mientras me llevaban volando por el pasillo hacia el bloque operatorio, de repente me invadió este cálido, acogedor, confortable sentimiento y ya no tuve más miedo.
Pensé: “¡Ah esto es lo que se supone que debe pasar! Y me sentí bien. Le dije al médico que me estaba hablando mientras corría a un lado de mi cama con ruedas: “Su voz suena divertida, suena casi como un eco.” Él dijo: “¡No nos deje Corina!” La primera cosa que ocurrió fue que, después de que me sacaran de la cama con ruedas, yo estaba flotando fuera de mi cuerpo viéndoles aterrorizados, el médico diciendo: “Hay demasiada sangre, no puedo ver nada.” Me incidió primero lateralmente y luego de arriba a abajo.
Mi siguiente pensamiento y sentimiento fue el de estar en total oscuridad, sintiendo mi cuerpo pero sin ver nada al mirar hacia abajo. Estaba petrificada y recuerdo decir: “Por favor Dios mío, no me dejes sola, ¿dónde estás?” Lo siguiente que vi fue la más brillante, intensa luz que jamás vi. Era tan brillante que apenas podía mirarla. En frente de la luz había una enorme puerta como de catedral, y junto a ella se hallaba mi madre que había muerto cuando yo tenía unos 8 años. Había otras personas allí pero no las reconocí.
El sentimiento que experimenté es algo difícil de explicar, pero intentaré hacerlo lo mejor que pueda. Todos y cada uno de los abusos o dolores que experimenté en mi vida, ya fueran físicos, emocionales o mentales, se fueron completamente y en su lugar se pusieron amor, aceptación, devoción y sensación de bienestar intensos. Por un segundo… lo comprendí todo, tan sencillo, pero entonces la comprensión desapareció… como si no estuviésemos destinados a comprenderlo “TODO”.
Entonces mi madre miró hacia mí y dijo… pero no en palabras sólo, en pensamiento: “Se te ha dado una segunda oportunidad, puedo llevarte el resto del camino, o puedes volver.” Recuerdo sentirme tan bien ahí y desear quedarme, pero entonces pensé en mis pequeños niños y le dije a mi madre: “Tengo que volver, mis niños siguen necesitándome y ya sabes lo duro que fue para ti dejarnos cuando éramos jóvenes.”
De repente, sentí como si hubiese estado en una enorme cinta elástica estirada al máximo y me devolvieran de nuevo con una fortísima sacudida que casi dolió y me sentí torpe de estar de vuelta aquí. Abrí mis ojos a una enfermera llorando por mi cama en la U.C.I. (Unidad de Cuidados Intensivos) con los ojos abiertos como platos exclamando: “¡Estás de vuelta! ¡Oh! ¡Nos has dado tal susto! Voy a llamar al doctor.”
De repente, tenía dos preguntas. Una era: “¿Quién es y dónde está esa vieja mujer que estaba en mi otro cuarto?” Ellos dijeron: “¿Qué vieja mujer? Usted estaba sola en su cuarto.” Entonces dije: “Me morí. ¿No es cierto?” No me contestaron, pero cuando empecé a decirle al doctor sobre lo de flotar fuera de mi cuerpo, y lo que todos dijeron y los instrumentos que usaron, casi huyó de mi cuarto.
Bien, desde aquella experiencia mis dones de intuición se volvieron más y más fuertes. A veces me siento tan conectada a todo… plantas, árboles, cielo y todo lo que existe. Es el sentimiento más maravilloso del mundo. Donde antes sentía cólera, ahora siento amor. Esta experiencia afectó a cada faceta de mi vida.
Sé que Dios tiene un objetivo para mí, pues justo tuve otra cirugía abdominal (que iba a durar 1 hora y media, pero duró 4 horas y media) y al parecer tuve mucha “suerte”. Me llamaban la “dura de roer” y “la niña milagro”. No recuerdo haber tenido la misma experiencia que la vez anterior pero volví con el más tremendamente maravilloso sentimiento. Antes de que me sacaran para la cirugía, recuerdo decirle al doctor: “No se preocupe, le he pedido a Dios que guíe sus manos y las manos del especialista cuando le llamen.” Y esto es exactamente lo que sucedió, tuvieron que llamar a un especialista en mitad de la operación debido a complicaciones.
Sé que Dios quiere que haga algo, pero me gustaría estar segura de qué se trata. Me sentiría a gusto aconsejando, escribiendo (si estuviera dotada para ello), haciendo talleres de alguna clase, etc. Pero sería agradable tener de algún modo el don de la curación. Me gustaría provocar un GRAN cambio en el mundo antes de volver a irme. Sé que esto puede sonarle tonto a mucha gente, pero creedme, esto me sale del corazón y del alma. ¡Qué maravilloso sentimiento!
¿La experiencia fue difícil de expresar con palabras? No.
¿Cuál era su nivel de consciencia y de vigilancia durante la experiencia? Era como cuando se está despierto y tan real como ahora en el momento en que estoy escribiendo sobre ello.
¿Fue la experiencia de algún modo parecida a un sueño? NO.
¿Qué emociones sintió usted durante la experiencia? Las emociones más maravillosas, positivas e intensas que jamás he sentido.
¿Oyó usted algún sonido o ruido extraños? NO.
¿Pasó usted por, o en, un túnel o recinto? Sí.
Describa: era como un túnel más negro que el negro, justo antes de que viera la luz brillante. Flotaba en su interior y sentía mi cuerpo pero no podía verlo.
¿Vio usted una luz? Sí.
Describa: una luz brillante, intensa que yo sentía tan cálida y buena, tan amante y llena de sabiduría. Mi sentimiento personal es que todos somos “chispas” que provienen de la “Gran Luz”. Cuando nuestro cuerpo físico muere, nuestra alma, espíritu, esencia, sentimientos y pensamientos vuelven a la fuente, la “LUZ”.
¿Encontró usted, o vio, a otros seres? Sí.
Describa: mi madre y algunos otros, pero no sabía quiénes eran. El resto lo expliqué en mi historia.
¿Experimentó usted una revisión de acontecimientos pasados de su vida? Sí.
¿Observó usted u oyó, durante su experiencia, algo relacionado con personas o acontecimientos que pudiera ser verificado más tarde? Sí.
¿Tuvo usted la sensación de tener acceso a una sabiduría especial, a un orden y / o propósito universal? Sí.
¿Alcanzó usted un límite o una estructura física de delimitación? Sí.
Describa: creo que el límite para mí era la enorme puerta frente a la luz. Tenía el sentimiento de que si traspasaba la puerta, nunca podría volver.
¿Se implicó usted en, o fue consciente de, una decisión de vuelta al cuerpo? Sí.
Describa: quería tanto quedarme allí porque se siente uno “taaaaaaan” bien, pero sabía que si avanzaba, aunque fuera sólo un palmo, a partir de cierto punto, no me permitirían volver.
¿Como resultado de su experiencia, ha recibido usted dones psíquicos, paranormales u otros dones especiales que no tuviera antes de la misma? Sí.
Describa: antes y después. Después de la experiencia se acrecentaron.
¿Tuvo usted tras su experiencia algún cambio de actitudes o de creencias? Sí.
¿Ha afectado la experiencia a sus relaciones? ¿Vida diaria? ¿Prácticas religiosas etc.? ¿Opciones de carrera? Ya está explicado en la historia.
¿Ha compartido usted esta experiencia con otros? Sí.
Describa: algunos se lo toman a cachondeo y dicen que sólo eran los medicamentos o algo. Otros han crecido y han aprendido de ello.
¿Ha cambiado su vida específicamente a consecuencia de su experiencia? Sí.
¿Tras la experiencia, ha habido otros elementos en su vida, medicamentos, o sustancias que hayan reproducido parte de la experiencia? No.
Describa: en mi vida he tomado drogas ni bebido.
¿Las preguntas planteadas y la información que acaba usted de proporcionar describen exacta y exhaustivamente su experiencia? Sí.