ECM de JoAnn M
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DESCRIPCIÓN DE LA EXPERIENCIA:

Adjunto 2 versiones, la 1ª proviene de una entrevista. La 2ª empecé a escribirla hace unos pocos años…no está terminada del todo y tiene algunas lagunas pero contiene lo esencial de la historia.

Estaba en casa doblando ropa lavada, no me sentía muy bien, cuando mis bronquios comenzaron a estrecharse y supe que iba a tener problemas. Aspiré algo de mi inhalador habitual pero no funcionó. Mi último recurso, que nunca antes había utilizado, era un Epi-Pen, una inyección de epinefrina, una hormona a veces llamada “adrenalina”. Esto tampoco hizo efecto, por lo que llamé a mi papá que vivía pocas manzanas más lejos y le dije que necesitaba ir al hospital. Antes de que llegara, recuerdo pasear por mi apartamento como un animal enjaulado. Cuando llegó, insistí en que saliésemos al exterior mientras esperábamos a un amigo que nos iba a conducir.

Recuerdo haber bajado los cinco primeros escalones hacia el coche y eso es todo. Me derrumbé en la calle. Siendo una calurosa tarde de septiembre, los vecinos estaban fuera y me vieron bajar. Mientras la gente corría a sacarme del cruce (¡por alguna razón había arrastrado a mi padre fuera, en mitad de la calle!) alguien llamó al 911. Llegaron los paramédicos y trabajaron sobre mí en la calle durante cerca de 45 minutos. Al ser un “peso muerto”, no fui movida hasta que los paramédicos llegaron y me pudieron deslizar una camilla debajo.

Según me dijeron, me buscaron señales de droga, tomaron sangre para un rápido análisis e inmediatamente me intubaron. Yo respiraba irregularmente y mis pupilas estaban fijas. Cuando consideraron que estaba lo suficientemente estabilizada como para ser movida, fui colocada en la ambulancia para ser transportada. Fue entonces cuando por primera vez se detuvo mi corazón. Tan sólo habíamos rodado hasta la esquina de mi calle. Como mi padre estaba junto el conductor, pudo oír el zumbido de los monitores y con ello las imprecaciones del conductor que accionó las sirenas mascullando: “La estamos perdiendo”. Mi padre no me volvió a ver. Dos veces más, brevemente, se detuvo mi corazón en la sala de urgencias. La última, me imagino que cuando mi espíritu se juntó con mi cuerpo, me levanté de la mesa y, con un fluido movimiento, le pegué un puñetazo en la mandíbula a una enfermera. Hizo falta que 4 miembros del equipo lucharan para recolocarme en la mesa y administrarme una inyección de algo que me calmara. Pensaron que quería alcanzar el tubo del respirador.

Es muy difícil explicar lo que me ocurrió durante aquel tiempo, pues fue como un sueño, un hermoso sueño que nunca antes había soñado. El cuándo comenzó, eso no lo sé.

Me moví a través de un túnel negro aterciopelado, un color negro que nunca antes había visto ni puedo describirlo, hacia un muy distante puntito de luz. Tenía guías espirituales que me dieron lo que yo llamo “un paseo por el universo”, era la sensación de la inmensidad del universo, de hallarme en su creación, de formar parte del universo desde sus comienzos, y yo era parte de todo lo que había ocurrido y de todo lo que iba a ocurrir. Era como si no tuviese sentido de mí misma, que todo era yo y yo era todo, incluido Dios. Fue un sentimiento muy tranquilizador y me sentí muy segura y protegida… Sentí amor incondicional, alegría y profunda paz. No tenía sentido del tiempo lineal e incluso ahora a veces tengo dificultad para funcionar dentro de los parámetros del “tiempo”.

Se me dijo todo lo que alguna vez había ocurrido y todo lo que iba a ocurrir. Me dieron las razones de lo que fue, de lo que es y de lo que será. Por ejemplo, se me dijo que los cambios climáticos mundiales ocurren en parte porque el planeta está empezando a recuperar su forma original, para deshacer lo que el hombre creyó oportuno emprender aprovechando su poder. Por ejemplo, los ríos retoman sus cauces. Recuerdo haber preguntado a estos seres por qué ocurre esto y por qué de esta manera y aprendí que debe ser así. También se me señaló otro aspecto de las cosas, los humanos poseen libre albedrío y algunas de las cosas que ocurren se deben a su elección. Recuerdo haber penetrado profundamente en los conceptos de causa y efecto y ying y yang de las cosas. Parte de aquello no me gustó y, aunque a veces tengo que esforzarme para comprender, me di cuenta de que las cosas ocurren debido a las elecciones. Esto fue en el reino del bien y el mal. Oí sonidos que nunca antes oí y aunque nunca vi una forma humana, sabía que había “vibraciones” a mi alrededor guiándome y ayudándome en mi periplo.

Mientras me desplazaba flotando, me detuve súbitamente. No quería volver al interior de mi cuerpo. Encontré una forma que sabía que era Dios y que me dijo que era hora de volver. Empecé a discutir arrogantemente con Él (con Dios) y Él (Dios) me dijo que tenía que volver, porque mi misión aquí aún no había terminado. Creo que fue en ese momento cuando empecé a revolverme en la mesa y a volverme violenta en la sala de urgencias, después de la ausencia de signos neurológicos y la falta de respuesta a estímulos nerviosos (pinchazos, etc.)

Abrí los ojos y, a medida que la habitación se volvía más clara, sentía que lo maravilloso de mi periplo era aspirado fuera de mí a través de la espalda. Mientras mi nivel de consciencia aumentaba, formó menos parte de la realidad. Mi familia estaba reunida a mi alrededor y se precipitó sobre mí. Desgraciadamente, no podía hablar (ni moverme en aquel momento pues estaba sujeta). Yo no sabía por qué, pero les pedí que me desataran las manos para poder escribir. Tenía que probar que no hubo falta de oxígeno / daño cerebral por lo que cuando la enfermera entró tendí un papel con mi nombre, mi fecha de nacimiento, mi dirección, mi número de seguridad social, mi número de teléfono profesional, los nombres de mis padres, sobrinos y sobrinas, etc. Ella insistió en hacerme más preguntas hasta que le escribí que se fuese al infierno y que saliese de la habitación. Cosa que hizo.

Entonces, entró un médico e intentó ponerme otra inyección; pensó en efecto que me estaba volviendo de nuevo violenta pero le aseguré que estaba bien y se fue. Fue entonces cuando mi hermana me dijo por qué estaba atada. Me reí. Sobra decir que estaba muy decepcionada por el hecho de que la ligereza que sentí al otro lado desapareciese tan pronto después de despertar. Tras irse mi familia, tuve la visión de un tío muerto en un accidente de moto en los años 60, guapo como James Dean, diciéndome: “Nena, simplemente no era tu hora”.

Semanas más tarde, llamé a IANDS en Seattle para saber qué fue esta experiencia y si era real. La persona al otro lado me escuchó atentamente y se emocionó mucho cuando terminé. Le pregunté si podía decirme cuál era mi misión ya que ése era el verdadero motivo de mi llamada. Me instruyó para que pusiese la llamada en espera, me sentase y le preguntase al universo cuál era mi misión. Tengo que admitir que aquello me pareció artificial, pero hice lo que me dijo. Volví al teléfono y le dije que había obtenido una respuesta de lo más extraño: “Que no había amado lo suficiente”. Pregunté:” ¿Qué diablos podía significar aquello? Yo no había matado a nadie, siempre había creído en Dios y todas esas cosas, ¡caramba!, no sería capaz de matar ni a una mosca. Sólo soy una mujer normal, viviendo el día a día, haciendo lo que tengo que hacer, no voy por ahí prendiéndole fuego al mundo”.

Creo que tras haber suficientemente parloteado, me interrumpió diciendo: “Felicidades, has tenido una típica experiencia cercana a la muerte”. Me dijo que la misión es la razón por la que la mayor parte de las personas son enviadas de vuelta a la tierra, que podría haber tropecientas interpretaciones de lo que significa “no amar lo suficiente”. A mí me tocaba determinarlo. Pero me reveló un secreto...parte de la misión sería informar a la gente de que no hay que temer a la muerte y de que la transición es gloriosa. Que me encontraría en situaciones en las que tocaría este tema con completos desconocidos sin por ello sentirme extraña.

Mi actual sentimiento sobre el “paraíso”, el más allá, es que lo que te pasa cuando mueres es tu elección. Puedes elegir existir en un estado de amor incondicional, o no, y todo viene de la manera en que te perdonas a ti mismo los errores que has cometido en tu vida. Te juzgas totalmente a ti mismo. Sientes el dolor que has creado durante tu vida, y todo vuelve a ti como el creador. A veces, la gente pasa por una revisión de la vida durante su ECM, pero a mí se me ahorró.

Desde entonces, he tenido muchos, muchos encuentros, algunos extraños, otros no. He encontrado ángeles, me he cruzado con personas que me impulsaron en mi camino, he tenido problemas con campos electromagnéticos, he cortocircuitado electrodomésticos, he fundido bombillas, he tenido 3 coches (¡uno de ellos era un flamante coche nuevo que resultó ser falso!), he tenido visiones de desastres meteorológicos, desastres de transporte, etc., he tenido sueños lúcidos y se ha incrementado mi consciencia paranormal. Los “efectos secundarios” han sido demasiados como para enumerarlos.

Y la consciencia de mi ECM está en constante evolución. Puedo ver una emisión de televisión que libere un recuerdo suplementario de la experiencia. Se me dijo que la ECM no se revelaría entera, que se desarrollaría a lo largo de mi vida en la medida de mis necesidades. Ni me imagino qué de otras increíbles cosas sucedieron. Ya no persigo el momento siguiente, me limito a vivir el momento presente. Trato de impedir que una situación me influya negativamente, aunque, estando en el mundo físico, la mayor parte del tiempo es más fácil decirlo que hacerlo. Pero mi reacción a estas situaciones ha cambiado y es ahí donde se ha producido una profunda modificación en mí. Ya no juzgo tan rápidamente como antes, dejo a las personas ser ellas mismas sin intentar modificar su percepción para que coincida con la mía. Me doy cuenta de que están viviendo su karma al hacer su elección pueda o no ver el resultado, bueno o malo, para ellas. Entiendo que es un camino que deben emprender, que deben aprender lecciones que les son necesarias, sean las que sean, y luego pasar a la etapa siguiente si es que deciden aceptar la lección.

Esto es algo que he estado prometiendo hacer durante años. Si bien mis intenciones son buenas, no es nada fácil tener que revivirlo. Por supuesto, el hecho en sí de contarlo es una minucia, pero cuando se ven las palabras sobre el papel y se siente la emoción ligada a ellas, pues bien, es un poco abrumador. Cuántas veces he encendido la computadora, un día incluso empecé a hacerlo en un disquete, pero nunca lo terminé. Tan sólo fijaba la vista en la pantalla y me transportaba atrás en el tiempo, sintiendo las compuertas abrirse y, en la quietud de las palabras escritas, sencillamente me reconectaba con mi pedacito de paraíso.

En realidad, aquello comenzó antes de este evento. Era el verano de 1994, y desde hacía un rato no me sentía del todo bien. Había sido un año difícil para mí; tenía que intentar recuperar mi equilibrio tras mi primer revés financiero al haber perdido mi empleo. Esta experiencia en sí y de por sí era una pesadilla pero así aprendí de una vez por todas mi lección. Definitivamente, la hierba no es más verde al otro lado. Así pues, con la lección bien aprendida, conseguí un empleo temporal con mi anterior empleador. Logré hacer algunos buenos contactos en el departamento de recursos humanos y cuando el trabajo temporal terminó, tan sólo hicieron falta algunas semanas antes de encontrar lo que por entonces era un trabajo perfecto. Recuerdo haber empezado cuando probablemente estaba al borde de una neumonía pero no tenía seguro médico ni demasiado dinero. Era demasiado orgullosa para pedir ayuda. Logré ir “tirando” pero para el año siguiente o así tenía constantemente la impresión de haber contraído un resfriado.

Me había convertido en una especie de adicta al trabajo lo que para una secretaria no es algo demasiado inteligente. Pero necesitaba algo para llenar mi tiempo. Tenía muchos amigos. En el club, estaba con un amigo “in”, por lo que salíamos mucho y bailábamos. Por supuesto, faltaba algo. El qué, no lo sé. Hacía mucha meditación introspectiva, pero siempre fracasaba figurándome que hacía algo mal. Habiendo seguido unos años antes un programa de estudios holísticos realmente pensaba que yo era uno de las inadaptadas del planeta pues sencillamente no lograba encontrar mi sitio. Todos los demás parecían haber llegado a algo y estar progresando. Yo no. No hacía más que leer y buscar sin resultado.

Estaba confusa. Una tarde de verano en el trabajo súbitamente dejé de poder respirar y sentí como si fuese a perder la consciencia. Logré llamar a otra oficina pero la enfermera con la que quería hablar estaba desgraciadamente ocupada. Colgué el teléfono y la sensación desapareció. Rechacé aquello considerándolo como un problema hipocondríaco, pensando que la falta de aire fresco combinada con mi sensibilidad al humo me había probablemente afectado. El fin de semana de la fiesta del trabajo de 1994 me hizo pensar que algo no iba bien. Estaba con mi familia en la fiesta anual del barrio, tenía respiración sibilante. Habiendo sido toda mi vida asmática, recurría a inhaladores. Por lo que inhalé una toma. A medida que pasaba el día y aumentaba la temperatura empecé a perder mi energía. Conseguí poner al mal tiempo buena cara y al llegar la tarde pude declarar que el día había acabado y volver a casa. En ese momento, estaba teniendo dificultades para respirar y decidí ponerme en contacto con mi médico cuando volviese al trabajo. Ya había pasado por ello antes e imaginé que probablemente estaba cansada unido ello a tempranas alergias otoñales y a un posible resfriado de fin de verano.

Las semanas pasaron sin incidente. Por supuesto, cuando fui a ver a los médicos estaba bien por lo que el evento fue en realidad sólo algo de fin de verano.

El 20 de septiembre tuve un día bastante normal en el trabajo. Me sentía un poco cansada y se lo achaqué a la gran marcha que había hecho la noche anterior. Era maestra en el arte de encontrar algo a lo que achacar las cosas. Era una hermosa y cálida tarde de martes y me estaba preparando para realizar mis tareas del martes por la noche. Recoger mi ropa para llevársela a mis hermanas, visitar a mis sobrinas y a mi sobrinito, y encontrarme con la pandilla en el club para nuestra noche de baile en línea. Nunca realizaría mi baile concierto. Fui a ver a mis dos hermanas, hice mi ropa y jugué con los niños. Incluso paseé a Maggie, su cocker. Durante este tiempo, empecé a sofocarme por lo que saqué mi fiel inhalador. Esto me ayudó pero no mucho por lo que decidí saltarme el club ahumado (aunque no hubiese mucha gente, siempre había algunos fumadores en cadena que lograban hacer flotar una nube de humo). Volví a casa y empecé a ocuparme de mi ropa. Mientras plegaba toallas y sábanas, empecé realmente a ahogarme. Tomé una píldora junto con algunas bocanadas suplementarias de inhalador y esperé a que aquello hiciese efecto. Mientras pasaba el tiempo, empecé a sentirme peor.

Llamé a la consulta de mi médico para decir que tenía problemas y que iba a urgencias para recibir tratamiento. Dejé un mensaje en previsión de que llamase dejando instrucciones. Luego llamé a mi papá para que su amigo me llevase al centro de la ciudad. Mientras esperaba a que recorriese las pocas manzanas que nos separaban, empecé a sentirme peor y a tener miedo. Pocos meses antes, mi médico me había dado un Epi-Pen para el caso de que tuviese verdaderos problemas. Yo estaba paseando como un león enjaulado. Decidí usar la inyección. Estaba más agitada y me paseaba aún más. Fue en ese momento cuando llegó mi padre y yo insistí en que esperásemos fuera. Eran aproximadamente las 20h 35min.

Agarré su brazo y empezamos a bajar el primer tramo de escaleras. Cuando llegamos al rellano, empecé a perder mi visión periférica. Todo el tiempo, sin embargo, iba jadeando y parloteando. El resto de la historia física es como me la contó mi padre. Seguí aferrándome a él mientras bajábamos el segundo tramo de escalones. Cuando alcanzamos la acera, dijo que empecé a farfullar y a tirar de él a la mitad de la calle. En ese punto, yo estaba sumida en total oscuridad y me imagino que funcionaría en base a la energía almacenada. Dijo que lo arrastré a la calle y me planté ahí sobre mis pies. No me pudo arrastrar de vuelta a la seguridad de la acera.

De repente, sintió que mi cuerpo flaqueaba y me desmayé en la calle mientras él me agarraba. Trató de arrastrarme fuera del peligro pero yo era un peso muerto. Como era una tarde agradable, algunos de los vecinos estaban sentados en sus patios, presenciaron esta escena y llamaron al 911. Al gritar por auxilio, algunos de ellos bajaron a ayudar a mi padre a sacarme de la carretera. Yo no me moví. Me levantó la cabeza del suelo y dijo que respiraba y mis ojos volteaban. Mis músculos estaban flojos y pesados y fue en ese momento cuando mi cuerpo dejó de funcionar. Había evacuado completamente mis contenidos corporales. Estaba en peligro. En este punto, una multitud había comenzado a agolparse.

El primero en llegar al lugar de los hechos fue un camión de bomberos. El bombero me intubó en la calle. Llegaron los paramédicos, me tomaron muestras de sangre para determinar si había drogas de por medio y comenzaron la asistencia. Se hicieron llamadas al hospital notificándoles que estábamos al llegar. Sin embargo, llevó más de 40 minutos estabilizarme para el transporte, sin mencionar el colocarme en una camilla y meterme en el camión. Entretanto, mi médico había llamado muy preocupado a casa porque no había llegado al hospital en la ciudad. Debido a mi condición inestable, los paramédicos me llevaron al hospital más cercano a mi casa, un hospital católico a pocos kilómetros de distancia.

Aquella noche me encontré con muchos ángeles, algunos en forma humana, que se quedaron conmigo hasta que llegó ayuda médica. Nadie los vio venir ni adónde fueron. Nunca les vieron los rostros. Pero ellos me animaron para que aguantara.

Mi viaje comenzó. Yo flotaba confortablemente a lo largo de un túnel negro, sin dirección específica pues no tenía cuerpo que me sirviese de referencia y noté que era una oscuridad como nunca había visto. Estaba llena de amor, alegría y paz y simplemente me nutría en mi periplo. Ondas sencillamente pasaban sobre mí y me guiaban. Estaba abrumada por el amor que me rodeaba y por el hecho de que pudiese devolver el sentimiento.

En cierto momento, un ser llegó y me llevó de gira por el universo. La creación y el cómo fueron creadas las galaxias me fueron infundidos. ¡Visité lugares avanzados más allá de la comprensión y también vi lugares que estaban justo comenzando! Me encontré con tal amor y compasión que no podía prestar atención a lo que pasaba con mi vehículo humano (mi cuerpo físico). Mientras los paramédicos seguían trabajando en mí y preparándome para el traslado, ¡yo estaba tan ocupada jugando en una estrella y encontrándome con mi Hacedor! Nunca me inquietó el hecho de no tener cuerpo y la palabra miedo no estaba en mi vocabulario. Las cosas se asimilaban instantáneamente y entonces el conocimiento se consumía totalmente. Estos seres no eran masculinos ni femeninos. Como no había manera de medir el tiempo no tenía ni idea de cuánto duró aquello. Se me mostraron y dijeron cosas inimaginables.

Cada vez que los seres me dejaban, me hallaba avanzando flotando en el túnel tan sólo para encontrarme con otros seres. En cierto momento, percibí un brillante puntito de luz. Floté hacia él. Súbitamente, un gran ser, de color gris, me cerró el paso. No podía pasar sobre él, a través de él o rodearlo. Recuerdo haberlo intentado una y otra vez sin resultado. Finalmente le pedí que me dejara pasar. A lo cual se negó amablemente. Se lo pedí otra vez. Otra vez se negó. Siendo algo agresiva en el plano terrestre le ordené que se moviera e intenté apartarlo a un lado. No hubo manera. El Ser, a quien llamé Dios, me dijo que tenía que volver para cumplir mi misión.

De vuelta a la tierra, médicos y enfermeras trabajaban febrilmente en mí. Mis signos vitales estaban peligrosamente bajos, se ignoraba si hubo falta de oxígeno y algún daño cerebral. Como mis pupilas estaban fijas y no podía obtener ninguna reacción, el médico fue a la pieza donde se hallaban mis padres y mi hermana para decirles que ignoraba cuánto tiempo iba a resistir y que les dejaría solos para que hablaran de la organización de los funerales.

Al mismo tiempo, yo estaba terminando mi increíble viaje y mi espíritu volvía a mi cuerpo. En ese momento, me levanté de la mesa y le pegué tan fuerte a una enfermera que pensaron que le había roto una mandíbula o provocado una conmoción. ¡Ni me imagino la fuerza que tenía en ese momento! De hecho, pensaron que estaba tratando de arrancar el tubo de mi garganta, cuando yo sé que era mi espíritu que estaba reingresando en mi cuerpo. Según mi registro médico, esto ocurrió a la 1h 05min de la madrugada.

Cuando desperté, no tenía ni idea de dónde me encontraba, ni de qué día era, ni de qué hora, nada. Mi familia se reunió a mi alrededor, junto con algunos amigos, mi jefe y los médicos y enfermeras. A la vez que despertaba, podía sentir el “conocimiento” inculcado en mí ocultarse. Sabía que estaba allí pero no podía acceder a él. Los miembros de mi familia estaban, como poco, histéricos. Traté de tocarles pero estaba atada debido a mi “violento” comportamiento. Mi hermana me informó de lo que había pasado, que había golpeado a una enfermera y lo único que pude hacer fue partirme de risa.

También en este momento, no tenía ni idea de lo pequeña que era. ¡Yo creía que llenaba la sala! ¡¡Creía que estaba flotando!! “Hablamos” mediante signos y les aseguré que estaba bien. Poco después, una enfermera entró para hacerme preguntas con el fin de ver si había daños cerebrales. Agarré papel y lápiz y escribí las respuestas a sus preguntas antes de que me las hiciera, como mi nombre, dirección, número de la seguridad social, ¡¡¡incluso la contraseña de mi ordenador en el trabajo!!! Mi jefe comprendió que estaba bien y delicadamente le dijo a la enfermera que me dejara sola, que estaba bien. (Mi jefe, por aquel entonces, era un cirujano oncólogo). Ella, sin desanimarse, siguió haciendo preguntas hasta que empecé a escribirle canciones de cuna. Entonces se fue.

Los médicos venían sin cesar a la habitación para ver cómo iba, estaban maravillados de que siguiese con vida, y más aún por la ausencia de daños cerebrales. Finalmente, convencí a mi familia de que estaba bien, de que se fueran. La enfermera a la que golpeé violentamente vino a verme con una bolsa de hielo en la mejilla. Estaba muy jovial considerando lo que le había hecho. Indicó que aquella conducta era normal cuando alguien vuelve a su cuerpo. En ese momento, empecé a preguntarme lo que había ocurrido. Esa tarde, tuve muchas visitas de familiares fallecidos diciéndome que estaría bien.

En el transcurso de las siguientes semanas, me acordé de que estaba aquí en misión, ¿pero en qué consistía? Fui a la librería, me puse frente a la sección “Nueva Era” y pedí por favor que se me mostrara un libro que me ayudase a darme cuenta de por lo que había pasado. Inmediatamente, un libro saltó de los estantes y cayó a mis pies, un libro de Bárbara Harris sobre ECMs. Así empezó mi viaje.

Mi misión, más tarde me enteré, era volver y amar, para ayudar a la gente a que no temiese a la muerte. Se me dijo: “No has amado lo suficiente”. Esto llegó a través de la orientación de un maravilloso miembro de un grupo de apoyo de FOI (“Friends Of IANDS”) Seattle que me aconsejó por teléfono. Me dijo que le preguntara al universo sobre cuál era mi misión…la respuesta la mencioné más arriba. ¡Pienso que fue algo de lo más chulo! Desde entonces no he parado. La mayor parte de los días no es fácil cargar con este milagro deseando estar de vuelta en “casa”. Pero sé que estoy aquí por una razón como todos nosotros. Y los dolores de la humanidad pueden ser a veces insoportables. ¡Quedan tantas cosas por decir!

¿Alguna medicación asociada o sustancias que puedan haber afectado a la experiencia? No.

¿La experiencia fue difícil de expresar con palabras? Sí.

Para mí, las palabras no logran expresar la profundidad del sentimiento.

¿En el momento de la experiencia, existía una situación amenazante para su vida? Sí.

Insuficiencia respiratoria.

¿Cuál era su nivel de consciencia y de vigilancia durante la experiencia? Inconsciente.

¿Fue la experiencia de algún modo parecida a un sueño? No, en absoluto.

¿Experimentó una separación entre su consciencia y su cuerpo? Sí.

Yo sabía que era amor total, una forma espiritual. No estaba ligada a una forma física.

¿Oyó usted algún sonido o ruido extraños? Algo así como “whoosh / buzz”

¿Pasó usted por, o en, un túnel o recinto? Sí.

Describa: era un negro aterciopelado y flotaba lentamente a lo largo de él. Las manos a lo largo de los costados iban de un lado a otro y este movimiento me hacía progresar.

¿Vio usted una luz? Sí.

Un muy débil puntito de luz al final de un vasto túnel.

¿Encontró usted, o vio, a otros seres? Recuerdo haber encontrado 2 grupos de quizás 3. No los conocía y todas las comunicaciones eran infusas. El primer grupo me llevó a dar una vuelta por el universo--pasado, presente y futuro. El segundo grupo me dio conocimiento universal. El tercer ser era Dios que me mandó de vuelta.

¿Experimentó usted una revisión de acontecimientos pasados de su vida? No.

¿Observó usted u oyó, durante su experiencia, algo relacionado con personas o acontecimientos que pudiera ser verificado más tarde? Incertidumbre.

A veces, digo cosas que aún no han ocurrido, eso fue cuando mis capacidades paranormales aumentaron. También, al despertarme, un tío que murió unos 25 años antes vino a mí en una visión. Más tarde, vi una fotografía y su apariencia era igual a cuando vino a mí (montando una moto, con el pelo a lo James Dean, con un paquete de cigarrillos enrollado en la manga de su camiseta, me dijo: “Aún no era tu hora nena”). Yo no había conocido a este tío pero sabía de quién se trataba, cuando vi la foto exclamé: “Oh, es tío Johnny”. Mi tía estaba sorprendida de que pudiese reconocerlo.

¿Vio usted o visitó dimensiones, niveles o lugares hermosos o de alguna otra manera peculiares? Sí.

Por lo que recuerdo, y es muy selectivo, visité lo que creo era Atlantis / la ciudad de cristal. Era increíble. Recuerdo que era de un color rosa y estaba muy por delante de nosotros en la tecnología. Recuerdo haber visitado lugares de muy reciente existencia y otros que estaban en diferentes planos de evolución. Recuerdo que se me “dijo” que algunas de las cosas que creen los científicos, como los agujeros negros y algunas leyes físicas, no son del todo correctas.

¿Tuvo usted alguna sensación de alteración del tiempo o el espacio? Sí.

En realidad, no tenía sentido del tiempo.

¿Tuvo usted la sensación de tener acceso a una sabiduría especial, a un orden y / o propósito universales? Sí.

Ver parte de las respuestas anteriores. Cuando me desperté pude realmente sentir el conocimiento “escurrirse” fuera de mí. Recuerdo pegarme a la cama para conservar el sentimiento pero simplemente se escurrió. Recuerdo cosas extrañas como por ejemplo acontecimientos ligados a la meteorología, lo que nosotros consideramos como fenómenos meteorológicos extraños, no son de hecho más que un intento de “autocorrección” del planeta. Recuerdo haber tenido respuestas a cuestiones religiosas y haber sabido por qué me había sentido a disgusto en la escuela católica. Lo que aprendí ahí no era falso, tan sólo no era del todo exacto. Recuerdo que se me dijo que las cosas irían bien, que las cosas tenían que ocurrir. Siempre recuerdo lo que consideró fue una “conversación” a fondo sobre el libre albedrío y haber aprendido que todos tenemos que hacer elecciones y que las cosas ocurren, positivas o negativas, según las elecciones que hagamos y que así debe ser.

A veces, el conocimiento universal aparece en mi cabeza mientras las cosas ocurren en el mundo. Por ejemplo, recuerdo CIERTOS datos físicos, y cuando los periódicos informaron la última semana de un agujero negro en nuestra galaxia exclamé espontáneamente: “Por fin lo han descubierto”. Por supuesto, todo el mundo me miró como si estuviese loca y yo tan sólo me encogí de hombros diciendo: “Nada nuevo”. Cosas por el estilo suceden a menudo.

¿Alcanzó usted un límite o una estructura física de delimitación? Sí.

El tercer ser que me encontré era Dios y detuvo mi progresión hacia la luz. Me dijo que debía volver para completar mi misión. Deseaba tanto continuar, permanecer muerta. No me lo permitió (¡¡de hecho casi tuvimos una batalla verbal!!) Recuerdo haber luchado con Él durante lo que me parecieron horas, llegando hasta el extremo de preguntar: “Y quién te crees para no dejarme pasar”.

¿Se dio usted cuenta de futuros acontecimientos? Sí.

Al despertar, no me acordaba de esta parte. Flashes y sentimientos / simbolismos a veces “me vuelven” horas, días o semanas antes de un suceso.

¿Se implicó usted en, o fue consciente de, una decisión de vuelta al cuerpo? No.

¿Como resultado de su experiencia, ha recibido usted dones psíquicos, paranormales u otros dones especiales que no tuviera antes de la misma? Sí.

Se han amplificado.

¿Tuvo usted tras su experiencia algún cambio de actitudes o de creencias? Sí.

¡Dios mío! Muchos. Por ejemplo, y abreviando, sé que Dios no es un “malvado” sentado sobre su trono con un gran libro y que, cuando morimos, verifica nuestros nombres y luego nos envía al paraíso o al infierno. Sé que el “día del juicio” es la revisión de nuestra vida. Me he vuelto una persona más dulce, me dejo llevar más por la corriente (¡aunque a veces esto no sea fácil!). Podría seguir y seguir.

¿Ha afectado la experiencia a sus relaciones? ¿Vida diaria? ¿Prácticas religiosas etc.? ¿Opciones de carrera? Soy mucho más tolerante con las diferencias que encuentro en la gente. También soy más selectiva. A veces tiendo a sentir un propósito cuando me encuentro con cierta gente y sé cómo quedarme con ella porque hay una lección que aprender. Si algo no funciona parezco ser capaz de identificarlo y pasar adelante.

Mi vida cotidiana es más meditativa, más reflexiva, más espiritual, paso más tiempo hablando con Dios. Me siento más conectada con todo tipo de cosas. Recuerdo tras mi experiencia que me sentaba y fijaba la vista en las cosas como si nunca antes las hubiese visto y con reverencia. Me sentía como si estuviese conectada a lo que solía pensar que eran objetos inanimados. Sentía como si todo tuviera algún tipo de propósito del alma, desde una roca hasta un árbol, hasta un insecto, etc. Me maravillaba de las nubes que pasaban y, ahí va una cosa graciosa, del modo en que ruedan los neumáticos de un coche y de cómo propulsan el coche hacia delante. Estoy más en sintonía.

Busqué algún tipo de práctica religiosa organizada de la que me sintiese a gusto formando parte. Todavía no he encontrado ninguna. Me he vuelto una Maestra Reiki lo que acentuó en mí el despertar de mi experiencia.

Me siento más distendida en el trabajo y siento que soy necesaria allí donde estoy. He aprendido algunas lecciones realmente chulas en este sentido.

¿Ha cambiado su vida específicamente a consecuencia de su experiencia? Sí.

Tengo un objetivo mucho más definido, estoy más asentada (bueno, a veces), perdono más, soy más espiritual, aprecio más las cosas (aun cuando he abandonado el deseo, ahora poseo más que nunca) --y podría seguir así durante horas.

¿Ha compartido usted esta experiencia con otros? Sí.

Por lo general, si estoy con alguien por alguna extraña e imprevista razón (al menos en el plano físico) la conversación deriva hacia la muerte y el morir, qué se siente, etc. En general, en ese momento me siento compelida a contar todo lo que sea necesario... Esto a veces asusta a ciertas personas, pero la mayoría de las veces la gente está tan sedienta de información que quiere saber más. La mayoría se siente bien sabiendo que hay algo más.

¿Qué emociones experimentó usted después de su experiencia? Al principio confusión porque a pesar de que había tomado cursos de medicina holística y fenómenos paranormales nunca había oído hablar de una ECM. Empecé a buscar una etiqueta para describir lo que me había pasado.

¿Cuál fue la mejor y la peor parte de su experiencia? Hay mucho bueno. La consciencia de que tenemos un objetivo en la vida y de que lo que hacemos con él depende de nosotros. consciencia de que realmente existe un Dios y de que hay seres espirituales que están siempre con nosotros. consciencia de que la vida va mucho más allá de lo físico.

La peor parte es que me salvaran. La peor parte es que no tuve elección y tuve que volver.

¿Hay algo más que quisiera añadir en relación con la experiencia? Queda tanto por decir todavía, me encuentro a mí misma repitiendo muchas cosas, agarrándome a palabras para expresar sentimientos.

¿Tras la experiencia, ha habido otros elementos en su vida, medicamentos, o sustancias que hayan reproducido parte de la experiencia? No.

¿Las preguntas planteadas y la información que acaba usted de proporcionar describen exacta y exhaustivamente su experiencia? Sí.

Lo mejor y más rápido que he podido.

Por favor, ofrezca alguna sugerencia que usted tenga para mejorar el cuestionario de www.nderf.org: es éste un gran cuestionario y para alguien que ha tenido una experiencia un gran ejercicio realizarlo. Le estoy realmente agradecida a Bev Brodsky por dármelo a conocer. Es como un mini retiro.