ECM de Sarah
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Descripción de la experiencia:

En agosto de 1989, alrededor de las 10 p.m., venía en bicicleta del lugar donde trabajaba como voluntaria. Cuando me acercaba a un semáforo, me pegó por detrás una camioneta que rodaba a aproximadamente 80 kilómetros (50 millas) por hora. El conductor aplicó los frenos, pero de todos modos el vehículo me golpeó tan fuerte que salí catapultada por el aire unos 18 metros (60 pies) para luego aterrizar al borde de la carretera. Sufrí un colapso pulmonar, ruptura de la mayoría de los órganos internos, y se me fracturaron la pelvis y varias costillas. Estuve muy cerca de morir en la carretera. Afortunadamente, había un policía cerca y rápidamente pudo solicitar por radio una ambulancia. Yo no tengo memoria de los eventos precedentes.

Esto es lo que recuerdo: en un momento dado estaba montando en bicicleta y al siguiente, estaba en un lugar de completa oscuridad. No tenía sentido de la orientación o perspectiva, pero sí estaba consciente de mi cuerpo, es decir, aún tenía cuerpo. Empecé a darme cuenta de que en la "distancia" se oía un zumbido y se veía un destello de luz. El sonido comenzó a aumentar en volumen, y la luz parecía aproximarse hacia mí. A medida que el objeto se acercaba, me di cuenta de que era una fantástica criatura demoníaca rodeada de llamas, con ojos y dientes descomunales, que danzaba hacia mí, babeando y gruñendo. Su mirada era amenazadora, a medida que castañeteaba los dientes y me mostraba una lengua larga, anaranjada y babosa. Yo estaba inmovilizada en la oscuridad en la que me encontraba. Parecía que no tenía adónde ir para huir de esa criatura que avanzaba hacia mí a una velocidad creciente, decidida a interceptarme. Me mantuve firme donde estaba, y cerré los ojos, esperando ser engullida por las llamas o devorada o ambas cosas. En lugar de esto, percibí que la criatura pasaba lentamente a través de mi cuerpo sin causarme dolor, y tuve una visión interior de ello, y descubrí que la criatura se reía con júbilo a medida que se deslizaba a través de mí. Salió con un estallido por detrás de mí, y de repente me encontré volando muy rápido hacia adelante en la oscuridad.

Mientras volaba, dos criaturas demoníacas más se me acercaron; exhibían diferentes colores, pero eran igualmente aterradoras. Como ya había tenido la experiencia con la primera criatura, les permití a estos seres que se acercaran y pasaran a través de mí. Pronto llegué a la entrada de un túnel en la oscuridad. Parecía estar formado de un material gris similar a una nube, y se curvaba a una gran distancia y ascendiendo hacia la derecha. Luego se bifurcaba, y yo no distinguía hacia dónde iba. De la rama a la derecha emanaba una luz blanca amarillenta que iluminaba tenuemente el túnel. Dirigí la vista hacia abajo, y me di cuenta de que mi cuerpo había desaparecido. Había sido reemplazado por una luz blanca-azulosa y pulsante en forma de estrella o cruz. Esto me pareció natural y agradable en ese momento. Fue una sensación muy liberadora no estar ya atada a una forma pesada.

Mirando hacia atrás, noté que había puertas a ambos lados del túnel. Varias otras cruces/estrellas deambulaban por el túnel, algunas azules como yo, algunas de color ámbar. Dos nuevas cruces/estrellas azules aparecieron a mi lado y me empujaron suavemente por el interior del túnel. Yo flotaba hacia adelante y hacia arriba, y observaba que algunas "puertas" estaban abiertas, mientras que otras parecían haber sido cerradas. La primera puerta a la que me asomé se asemejaba al clásico infierno. Se escuchaban gritos y alaridos de angustia. Había seres humanos desnudos esparcidos por un paisaje maldito con charcos de excremento hirviente y peñascos con aristas puntiagudas. Animales y demonios torturaban a la gente en todas las formas imaginables, y las personas también se torturaban unas a otras.

Al aproximarme a la puerta de esta escena siniestra, sentí una sensación de succión que me arrastraba como un torbellino, y me encontré “volando” por encima de aquel miserable paisaje. Olía a podrido y el calor era prácticamente insoportable, pero parte de mí estaba fascinada por la aparente infinidad de variedades de dolor y angustia que se les infligía a los moradores de este ámbito. La mayor parte de mi ser quería irse de allí, de manera que no tuve dificultad en hacerlo, y tuve la sensación que cualquiera podría irse si quisiera. Sentí que nadie ni nada había puesto a esa gente en cautiverio, excepto su propia convicción de la agonía que continuaban sufriendo. "Volé" de regreso a la puerta que estaba perfectamente visible desde cualquier parte del "infierno". Salí llena de alegría, pero aún tenía una percepción de mí misma como algo independiente de esa alegría.

La siguiente puerta del túnel no fue mucho mejor. Hasta donde alcanzaba la vista podía ver gente que caminaba, cabizbaja, sobre un suelo amarillo y árido, completamente absorta en sus propios pensamientos depresivos de autocompasión, ignorante de que hubiese alguien a su alrededor. De la escena emanaba una enorme sensación de soledad y aislamiento, por lo que evité acercarme demasiado, aunque cerca de esta abertura en el túnel de nubes no tuve ninguna sensación de ser succionada.

Volé más hacia adelante por el túnel y miré hacia otras puertas, y la siguiente que me produjo una impresión duradera mostraba un mundo de belleza indescriptible. Vi un bello jardín poblado de árboles, con manantiales, cascadas, riachuelos y puentes que resplandecían y brillaban con colores iridiscentes. Una descripción fiel de la belleza de este mundo ha sido plasmada por el artista Gilbert Williams, cuya obra descubrí varios años después de mi ECM. De esta escena fluía una sensación de paz y armonía, y me desplacé hacia la puerta con un gran deseo de entrar. Cuando comencé a ingresar por la abertura, mi "nariz" chocó con lo que parecía ser como malla plástica. Proseguí en mi intento de entrar, pero se me rechazó suavemente, y escuché una voz que decía, “No tienes la información para entrar a este mundo". En el momento recuerdo haberme sentido decepcionada, pero no se me había juzgado indigna, solamente carente de información.

Luego volví mi atención a la luz que resplandecía en los alrededores de la bifurcación, hacia la derecha. Ingresé en la luz, y me sentí transformada por una emoción de absoluta alegría. No había nada más que alegría. Dije, dirigiéndome hacia la luz, "Aquí estoy”, y la luz respondió "Estupendo", en una voz que resonaba con felicidad y dicha. Me entregué al éxtasis, y aprendí muchas cosas que suenan trilladas al describirlas, pero que para mí son verdades que encuentran eco en mí ahora y para siempre. Aprendí que soy eterna, y que aunque pueda experimentar la muerte en muchas formas, siempre sabré quién soy. No tengo nada que temer, sólo más cosas que vivir, y en última instancia, soy yo quien decide lo que quiere experimentar. Quizás suene cursi, pero créanme, realmente se siente muy, muy bien saber estas cosas dentro de uno mismo. Al final, me desencanté con la felicidad perpetua y decidí irme. Le dije a la luz “Me voy”, y la luz dijo, “Muy bien”, mientras continuaba su existencia absolutamente gozosa y feliz, inalterada en modo alguno por mi presencia.

Floté descendiendo nuevamente por el túnel, mirando a mi alrededor maravillada, y finalmente me detuve en el umbral de una puerta que se abría hacia el espacio exterior. Pasaban flotando pedazos de roca, y en la distancia giraban y se arremolinaban planetas y galaxias. Me rodeaban sensaciones conflictivas de serenidad y aventura mientras contemplaba la silenciosa escena. La entrada al túnel estaba cerca, y podía oír voces que gritaban "¡No te vayas, Sarah! ¿Qué va a pasar con Zane?" (Mi hijo, que entonces tenía cinco años). Me sentí irritada con estas voces, porque no estaba intentando “irme” a ninguna parte, y por supuesto, iba a estar ahí para ver a Zane crecer. Apareció otro ser a mi lado y “dialogamos” sobre mis opciones. Escuchamos una voz que decía “Si pasas por esta puerta, no podrás regresar”.

Mi siguiente recuerdo consciente es de encontrarme acostada en una cama de hospital con incontables cánulas que me habían colocado por todas partes, y el tubo de un respirador en la boca. Estaba llena de alegría y vibrando con energía, aunque no podía mover ninguna parte de mi cuerpo a voluntad. También sentía mucho dolor, y esa sensación rápidamente me orientó hacia lo físico nuevamente.

He tenido que enfrentar muchas pruebas y desafíos desde mi ECM, inclusive la pérdida completa de mi identidad, discapacidad, pobreza, la pérdida de amistades debido a que no podían entender cómo esa experiencia me había cambiado, y dolor crónico. Sin embargo, el conocimiento de lo eterno de mi espíritu y haberme liberado del temor a la muerte, han creado en mí un cimiento de paz que ninguna condición física temporal puede quebrantar. Quisiera que todos pudieran experimentar las maravillas que viví, sin tener que sufrir el trauma que tuve, porque esto transformaría al mundo.

ESPECIAL DE NDERF... El RESTO de la historia...

Luego de la presentación de la ECM de Sarah en el show de radio de Art Bell el 2/4/99, varios budistas nos informaron de las asombrosas similitudes asombrosas entre la ECM de Sarah y las escrituras encontradas en el Libro tibetano de los muertos (Tibetan Book of the Dead). ¡De veras, las similitudes son impresionantes!