ECM de
Stella
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Descripción de la experiencia:
Estaba cruzando la calle y... perdí la sandalia.
Irreflexivamente torné a buscarla y... un coche me golpeó
directamente en la frente. ¡Fue el golpe más memorable de mi
vida y esto no fue nada en comparación con lo que siguió!
Me vi rodando dentro de la pequeña zanja que
bordeaba la carretera y me di cuenta de que me había hecho mucho
daño: ¿quizás me estaba muriendo? En cuanto me pregunté esto,
fui catapultada al interior de una ambulancia que habría debido
salvarme y vi a la enfermera perder el anillo que perteneció a
su madre y dónde cayó. Entonces le indicaron mal la dirección
del accidente al conductor que la tomó por verdadera. ¡En ese
momento deduje que no me salvaría pero me sentía muy feliz!
Pensé: “¿Pero ya ha terminado todo? ¡¡¡Qué suerte!!! ¡¡¡A
caaasaaa!!! Entré en un túnel (que extrañamente conocía muy
bien) lanzándome a una velocidad vertiginosa hacia casa, sin
ninguna intención de pararme a observar nada en el túnel: quería
volver a casa.
El túnel era semitransparente y veía puntos de
luz como estrellas lejanas volverse tiras de luz irregulares,
como faros de coches muy rápidos en carreteras con curvas. La velocidad iba en constante
aumento hasta que la luz ya no pudo alcanzarme y vi que el túnel
era una gran curva apenas perceptible, pero claramente sensible.
Entonces me hallé casi en casa. La luz me envolvió y yo tenía
una edad comprendida entre cero y la eternidad, cada pregunta
que me hacía obtenía una clara respuesta, aunque no las
entendiese todas. Me envolvía como un dulce canto de muchas
voces y no entendía lo que decían, caminaba descalza en un prado
ondulado de suave hierba y no lejos de allí destacaba el roble
más imponente que he visto jamás, de un verde brillante como la
vida (podría escribir un libro entero solo sobre ese árbol pero
me voy a parar aquí).
¡Bajo el árbol me esperaba un joven de una
belleza y dignidad únicas! Me invitó a “recobrarme” haciéndome
sentar en un banco de madera frente a una mesa en la que había
piezas de pan y vino tinto (mi padre en la Tierra hacía vino
para consumo familiar y a mí me encantaba el tinto). Cuando hube
comido habló: “Todo lo que ves es como mirar las nubes: ves un
perrito, pero sabes que es una nube. Ahora te ves en casa, pero
sabes que estás casi en casa y que no es la hora: debes volver”.
Respondí con un no seco y claro: no entendía por qué debía
volver... ¡estaba tan bien...! Él objetó: ¿No echas de menos a
mamá y a papá?” Yo: “¡No, pronto llegarán aquí y los veré de
nuevo!” (El tiempo no tenía importancia, no existía).
Con extremo amor y paciencia me mostró que
todavía tenía mucho que aprender haciéndome ver mi vida como un
viaje: podía elegir diferentes caminos, pero tenía que ir de “A”
a “B”. Los acontecimientos básicos, mis metas, estaban
simbolizados por estatuas de mármol, mientras que otras eran de
arcilla fresca y aún maleable en cualquier otra cosa. Comprendí
que lo importante no era el cuándo (el tiempo no existía), sino
que todas las condiciones fueran satisfechas y que la más
decisiva era el libre albedrío. Son una serie de elecciones
libres y de reacciones a los acontecimientos las que determinan
las condiciones para alcanzar o no la meta. Es algo tan libre
que siempre se puede re-intentar: el tiempo o el espacio no
importan, no existen, solo importa “satisfacer las condiciones”
para alcanzar la propia meta. Y yo no había alcanzado ninguna
meta.
A pesar de esto me negué de nuevo a regresar.
Entonces me cogió en brazos y me mostró el río,
atravesado el cual no regresaría más, y las ciudades que había
más allá de eso. Me dijo que esperarían eternamente y que no
debía temer porque
él había cumplido todas las promesas. Me dijo muchas cosas, pero
yo estaba absorta en arrullarme entre sus brazos al sonido
reconfortante de su voz y no escuchaba. Observaba su anillo con
curiosidad infantil: era un bajorrelieve con tres líneas curvas
que cruzándose formaban un triángulo en un único signo gráfico
en el que una pluma estilográfica podría deslizarse al infinito.
Oí sin embargo: “... Ahora puedes regresar tranquila”. Rehusé
con toda la terquedad de la que una niña es capaz.
“En tal caso debes hablar con mi Padre”: dijo.
En absoluto intimidada y muy decidida, acepté.
Me mostró el camino. ¡Tenía que recorrer un
laberinto de setos, pero estaba demasiado desesperada y habría
hecho cualquier cosa por no regresar! Por tanto atravesé el seto
en línea recta, cortándome y arañándome con mucho dolor,
sabiendo bien que aquel seto era lo único que había allí que me
podía lastimar seriamente. Fui levantada por “los brazos
amorosos del Padre”. Me llamó con mi verdadero nombre (que
significa “pequeña monita curiosa y rebelde”) y lo reconocí como
“mi DIOS” con quien tanto había “jugado”. Lo que sucedió es tan
íntimo que solo contaré la parte final, debiendo decir antes que
nada que cuando yo mentía sabía que Él lo sabía, pero aun así lo
intentaba...
ÉL: “Entonces veamos si estás lista: ¿Amas a los
hombres?”
YO: “Sí”.
ÉL: “¿Más que a ti misma?”.
YO: “Probablemente... sí... en teoría sí”.
ÉL: “¿Tanto como para dar la vida?”
YO: “¡Sí, sí... me quedaré aquí de buena gana!”
ÉL: “No nos hemos comprendido... ¿Me amas?”
YO: “Tanto que me quedaría aquí por toda la
eternidad!”
ÉL: “¡Entonces, si me amas y amas a los hombres
como Yo los amo, regresa y haz mi voluntad por su bien!”
“¡Aquí me “engañó” a base de bien! ¡El problema
de discutir con ÉL, es que siempre tiene razón!”: pensé. ¡Pero
ÉL escuchó mi pensamiento y nos reímos juntos hasta hacer
estallar el corazón! (no sé cómo describirlo mejor).
No tenía opción: o sobre la Tierra o fuera de
allí, y allá afuera no me gustaba.
Llorando desesperada regresé con el joven, que
me pidió que no recordara porque la nostalgia podría hacerme mal
y que recordara cuando y cuanto fuera necesario, pero yo
raramente escucho consejos u obedezco ciegamente y por eso sufro
aún.
¡Me parecía imposible realizar lo que debía
hacer en la vida y estaba aterrorizada! Le rogué al joven: “...
¡Por favor!, ¡Sé que me perderé...! ¡Por favor, no quiero
decepcionar Le! ¡Por favor, cuando suceda cógeme por los pelos y
tira de mí hacia aquí! ¡Renuncio formalmente a cualquier
libertad en ese momento: tira de mí hacia aquí aunque diga que
no!” Él me dijo: “Confío en ti” y yo le habría pegado un
puñetazo pero me abstuve. Luego sonrió (porque entendió aunque
yo solo lo pensara) y prometió: “Sí, intervendré. Pero también
estaré a tu lado cada día hasta el final”.
Sinceramente no me interesaba entonces la última
parte de la promesa, tanto como la primera.
El camino de vuelta fue muy doloroso en todos
los sentidos y no quiero revivirlo ahora contándolo. Puedo decir
que volví a mi cuerpo con la misma sensación con la que se mete
un guante, primero los dedos y luego el resto de la mano. Luego
sentí el dolor intenso del cuerpo y desperté sola del coma (como
lo corrobora el electroencefalograma). El espacio entre mis
meninges y la calota craneal es prácticamente virtual y conservo
tal cicatriz en el cráneo que todavía hoy si me hago una
radiografía tras un golpe me quieren hospitalizar. Sin embargo
estoy bien, según los médicos de entonces gracias a la
“extraordinaria capacidad de reacción de la niña”.
Cuando desperté del coma empecé a maldecir a
todos los médicos, decía: “¡Asesinos! ¡No comprendéis! ¡Aquí
podría morirme! ¡Hacedme volver a donde estaba! ¡Malditos!
¡Dejadme morir!”
Solo me calmé cuando vi a la enfermera que había
perdido el anillo y le dije dónde estaba. Entonces con un enorme
esfuerzo lo recordé todo, pero absolutamente todo: también lo
que no habría debido. Esta reacción mía indujo a los médicos a
darme apoyo psicológico y también a enviarme a un grupo que
investigaba sobre las ECMs (esto me lo contó ya de adulta mi
madre).
Ahora, con 40 años, puedo decir que no había
comprendido en absoluto cuánta razón tenía. Gracias Padre,
cualquiera que sea Tu nombre (que no me atrevo a pronunciar).
¿En el momento de la experiencia, había asociada alguna situación potencialmente mortal? Sí. Accidente de auto, traumatismo craneal, coma de 120 segundos.
¿En qué momento de la experiencia estuvo usted en su máximo nivel de consciencia y alerta? Siempre.
¿Cómo se compara su más alto nivel de consciencia y alerta durante la experiencia a su consciencia y alerta normal de todos los días? Más consciente y alerta de lo normal. Sin duda que sabía todo aquello que necesitaba saber cuando me lo preguntaba, aunque no me fue permitido recordarlo o entenderlo todo. Visión de 360º. Además de oír, sentía las cosas y las personas. El tiempo no tenía razón de ser y no existía. El espacio era enorme, pero al mismo tiempo era un punto geométrico: completamente visible y transitable sin límites.
¿Su visión difería de algún modo de su visión normal de todos los días? Sí, visión de 360º, también “sentía a las cosas y a las personas como son realmente en toda su integridad” (difícil de explicar). Los colores eran muy vivos, pero dicho ello con amplitud “semántica”, en el sentido de que tenían significado y propósito precisos como una palabra en un libro (incluso ahora lo entiendo bien).
¿Su audición difería de algún modo de su audición normal de todos los días? Sí. La misma diferencia que entre el “mono” y el “estéreo de alta calidad”, también se sentía la esencia, la verdad o realidad y la emoción expresada... difícil de explicar. Lo sé, pero no tengo palabras para explicar estos conceptos, perdón por mi ignorancia.
¿Experimentó una separación entre su consciencia y su cuerpo? Sí.
¿Qué emociones sintió durante la experiencia? El librarse de una tarea y “¡Qué suerte! ¡No puedo creerlo! ¡Ya se ha acabado! ¡A caaasaaa!” Esto es lo que pensaba, el por qué es para mí un misterio.
¿Entró o pasó a través de un túnel o recinto? Sí. Me alejaba dentro del túnel que no estaba completamente oscuro: había luces que vi como tiras porque iba rápida, como los faros de un coche que va a mucha velocidad. El túnel no era recto, sino curvo... curva muy amplia, casi imperceptible pero clara.
¿Vio usted una luz? Sí. La luz tras ese viaje era bellísima y yo sabía exactamente a dónde había ido: a casa.
¿Se encontró o vio a algunos otros seres? Sí. Un joven muy paciente con quien hablé largo y tendido, su Padre que “me engañó” completamente y que determinó mi regreso.
¿Experimentó una revisión de acontecimientos pasados de su vida? Sí. Mi nacimiento, mi mamá, mi papá, el frío del invierno, los gritos y los golpes en la familia. Las salidas al campo en compañía de lo que he llamado “Dios” y que estaba en todas partes en cada cosa, pero también siempre conmigo y ¡sobre todo estaba VIVO! No como el “que cuelga” (el crucificado). Veía a “los adultos” matar a su “Dios” y luego llorarlo: odiaba a los adultos y los percibía como violentos e indignos de confianza. En aquel mundo se me explicó que son por contra muy amados, mi propia falta de amor fue la principal causa del regreso. Se me mostró que tenía mucho que aprender y que era necesario hacerlo, el por qué no lo recuerdo. Todo tiene un sentido... pero no lo recuerdo.
¿Observó u oyó algo relacionado con personas o eventos durante su experiencia que pudiera ser verificado más tarde? Sí. Las cosas suceden. Lo importante no es el cuándo (el tiempo no existe), sino que todas las condiciones debían ser satisfechas y que la más decisiva era el libre albedrío. Son una serie de elecciones libres y de reacciones a los acontecimientos que determinan las condiciones para alcanzar la meta o no. Es algo tan libre que siempre se puede re-intentar: el tiempo o el espacio no importan, no existen, solo importa “satisfacer las condiciones” para alcanzar la propia meta. Se pueden cometer errores e intentarlo de nuevo: lo que aprendí fueron el perdón y la humildad. Se me mostró mi vida futura haciéndomela ver como una serie de estatuas: las de mármol eran las "metas", es decir, las cosas que debía alcanzar; las de arcilla eran las "opciones", para cada opción había un caminito diferente, pero el paso a las de mármol era esencial... no recuerdo por qué.
¿Vio o visitó hermosos, o de algún otro modo peculiares, localizaciones, niveles o dimensiones? Sí. Estuve en un prado ondulado y se me mostró una ciudad más allá de un río, que sin embargo era una serie de ciudades (aunque la palabra “ciudad” no la define bien). Lamentablemente estaba tan absorta arrullándome en brazos de aquel joven y descansando, que lo único que entendí fue que eso era lo que nos esperaba, una especie de futuro o promesa o... estaba demasiado cansada y desinteresada. En esa época no me importaba mucho la humanidad tan violenta y poco de fiar...
¿Tenía alguna sensación de alteración del espacio o del tiempo? Sí. El tiempo no tenía razón de ser y no existía. El espacio era enorme, pero al mismo tiempo era un punto geométrico: completamente visible, y transitable sin límites.
¿Tenía la sensación de comprender un conocimiento especial, orden y/o propósito universal? Sí. Apenas llegué tuve plena consciencia y conocimiento de todo: bastaba plantearse la pregunta, pero ni entendí todas las respuestas, ni las recuerdo todas. A veces me ocurre dar respuestas que no pensaba conocer, luego las verifico... ¡y me quedo asombrada! Sobre todo aprendí que lo importante no es el cuándo (el tiempo no existe), sino que todas las condiciones debían ser satisfechas y que la más decisiva era el libre albedrío. Son una serie de elecciones libres y de reacciones a los acontecimientos que determinan las condiciones para alcanzar la meta o no. Es algo tan libre que siempre se puede re-intentar: el cuándo y el dónde no importan, tiempo y espacio no existen, lo único que importa es “satisfacer las condiciones” para alcanzar la propia meta. Se pueden cometer errores e intentarlo de nuevo: lo que aprendí fueron el perdón y la humildad. Se me mostró mi vida futura haciéndomela ver como una serie de estatuas: las de mármol eran las "metas", es decir, las cosas que debía alcanzar; las de arcilla eran las "opciones", para cada opción había un caminito diferente, pero el paso a las de mármol era esencial... no recuerdo por qué.
¿Alcanzó un límite o una estructura física de delimitación? La barrera era el río: si lo hubiese superado habría estado por fin en casa, al abrigo de cualquier riesgo y peligro verdadero, representado para mí entonces por la humanidad misma.
¿Llegó a ser consciente de acontecimientos futuros? Sí. Dos embarazos no buscados y un solo hijo, mi marido y luego cosas que afectan a la humanidad pero que debo y quiero guardar para mí: solo sirven para recordarme que aquello pasó de verdad: en tantos años solo lo he dicho en este sitio y no quiero decirlo en otro.
¿Tuvo algún don psíquico, paranormal u otros dones especiales tras la experiencia que no tuviese antes? De vez en cuando sueño/recuerdo los desastres creados por el hombre. Es una especie de ayuda para no volver a odiarlo (al hombre), aunque es doloroso porque lo vivo en primera persona antes, durante y después: “¡dolor tres veces por cada desastre!” Pero me guardo mucho de revelarlo por adelantado si no es a mi gente querida: no se debe hacer o algunas "estatuas de mármol" podrían no ser alcanzadas por mucho tiempo y crear más dolor de lo ya sufrido.
¿Ha compartido esta experiencia con otros? Sí. Inmediatamente después del accidente apenas pasada la fase del dolor de cabeza y del: “¡Asesinos!” “Déjenme regresar!" Lo hablé con una psicóloga y con un grupo de estudio de ECMs. Luego silencio hasta los treinta años aproximadamente: tenía miedo de estar loca. Tomando y volviendo a dejar en las estanterías vuestros relatos de ECMs una infinidad de veces antes de leerlos y recuperar mi experiencia en el relato de otros. Ha sido duro revivirla y poner en tela de juicio mis ideas bastante cartesianas del universo... pero seguía soñando con cierta estatua de mármol y... ¡cedí!
¿Tenía usted algún conocimiento de experiencias cercanas a la muerte (ECM) previamente a su experiencia? No.
¿Cómo vio la realidad de su experiencia poco tiempo (días a semanas) después de que sucediera? La experiencia fue definitivamente real. Antes de entrar en el túnel vi que la enfermera en la ambulancia perdía un anillo para ella muy importante y dónde caía. Y le dije dónde encontrarlo sin que ella me preguntara nada. Además supe que la ambulancia se perdió en un pueblo vecino y conocía al conductor sin habérmelo encontrado nunca: fui llevada al hospital en coche privado. Estos dos hechos hicieron intervenir al grupo de investigación de ECMs.
¿Hubo una o varias partes de la experiencia especialmente significativas o críticas para usted? Toda la experiencia ha sido significativa, incluso los olores, sonidos, colores... cada cosa estaba tan llena de estos y otros significados que me alargaría al infinito.
¿Han cambiado sus relaciones específicamente como resultado de su experiencia? Sí. ¡Los odiaba a todos! Ahora los amo tanto hasta el punto de sufrir o alegrarme no por ellos, sino con ellos. No puedo volver a desinteresarme de otros porque sé que forman parte de mí y yo de ellos, pero sobre todo conozco cómo y cuánto Él nos ama, quienquiera que sea en realidad este “ÉL”.
¿Han cambiado sus creencias/prácticas religiosas específicamente como consecuencia de su experiencia? No quería entrar en la iglesia porque el sacerdote parecía el hombre negro y, para mí, había asesinado a su dios y quién sabe qué más podía hacer... sobre todo a mí! Después de años de luchas teológicas internas... he aceptado la religión católica apostólica romana, porque es la que más se aproxima a lo que allí he vivido, aunque no coincida totalmente.
¿Tras la experiencia, ha tenido otros eventos en su vida, medicamentos o sustancias que hayan reproducido alguna parte de la experiencia? No.
¿Hay algo más que quiera añadir acerca de la experiencia? Me mandaron que olvidara la experiencia porque podía provocarme dolor, pero yo no obedezco nunca a ciegas ... “¡desgraciadamente!" ¡Y además el recuerdo es demasiado bonito! ¿Habría hecho mejor en obedecer? ¿Se habrán enfadado?
¿Las preguntas planteadas y la información que ha proporcionado describen de forma precisa y exhaustiva su experiencia? No sé. Yo no creo que tenga el conocimiento científico, lingüístico, teológico y filosófico para expresar o incluso entender muchos conceptos vividos más que comprendidos.
¿Hay otras preguntas que podríamos hacer para ayudarle a comunicar su experiencia? Dado que el cuestionario es largo y recordar es extenuante y no siempre se tiene mucho tiempo y energía, por todo ello sería bueno tener la posibilidad de guardar lo ya escrito y reanudarlo en otro momento.