ECM de Sylvia W
|
Tema de esta NDE: Accidente en la cocina. Sylvia se cae de una silla, se golpea en la cabeza, se sale de su cuerpo y tiene la NDE.
- Idioma original NDE: inglés. Fecha traducción: Ene-04. Traducción incompleta del original.
- Dirección NDE inglés (original): https://www.nderf.org/Archives/2_6_2002.html
- Dirección NDE español: https://www.nderf.org/NDERF/Languages/languages.htm (Pulsar “Español/ECM historias”)
- Método de traducción: manualmente con ayuda programa Internet: http://www.freetranslation.com/
- Nota aclaratoria: Esta traducción no es perfecta, la ha realizado un traductor no profesional y puede contener errores respecto a la versión original. Se recomienda consultar la versión original en caso de duda.
- ¡Por favor, se necesitan voluntarios para traducir al español más NDEs! Contactar con Jody Long: nderf@nderf.org
Traducio por Charif
Descripción de la experiencia:
Estaba visitando a mi novio, a su hermano de fuera del Estado y a una mujer que había recogido en alguna parte. Estaban todos borrachos, sentados alrededor de la mesa, riendo y armando jaleo. Yo estaba resfriada y tenía una infección de oído y ya no soportaba más todo aquello. (Antes de que mi marido muriera en 1973, escogió a este hombre como aquél con quien quería que yo me casase. Mi marido sabía que le quedaba poco tiempo de vida y temía que yo no me volviese a casar nunca más (y no lo he hecho). Éste hombre tenía un negocio cerca de nuestra agencia inmobiliaria y parecía un chico maravilloso. Era un gran amigo, pero ninguno de nosotros sabía que era alcohólico, pues sólo lo tratábamos durante las horas de trabajo. Intenté todo lo que se me ocurrió para hacer que dejase de beber, pero nunca tuve éxito. Le di a elegir: o la bebida o yo.
Tras cinco años de relación, él escogió la bebida y yo le abandoné. (Esto ocurrió alrededor del cuarto año de relación). Yo estaba sentada en la cocina en un taburete de bar giratorio. Me di la vuelta para levantarme e irme y empecé a sentir que me caía. Lo siguiente que supe es que estaba sobre el techo de la casa. Podía ver a través del techo y yaciendo desplomado en el suelo estaba el cuerpo de una mujer del tamaño de una muñeca Barbie. Mi “visión” y mi “audición” eran muy agudas.
La mujer con la que estaba pegó un salto, encimó el cuerpo y le dio la vuelta. Pude ver que era el cuerpo en el que yo había estado. Tenía una gran herida en la parte derecha de la frente y la sangre se vertía sobre la cara y el suelo. La mujer alcanzó un paño de cocina del fregadero e intentó lavar la sangre de los ojos y de la cara. El paño estaba bastante mojado y sólo diluía la sangre. El hermano corrió rápidamente hacia el cuerpo y buscó el pulso carotídeo. “No siento nada”. Lo intentó con el pulso radial en ambas muñecas. La mujer puso su cara cerca de la nariz y su mano en el pecho. “No respira”.
El hermano puso su oído sobre el corazón. Ella rápidamente le dio al cuerpo dos bocanadas de aire y el hermano empezó las compresiones de pecho. El novio empezó a llorar histéricamente. “Sylvia, si te mueres, me mato. No puedo vivir sin ti. Te quiero. Si vives, nunca más beberé. ¡Oh Dios, por favor, no la dejes morir!”
Esto se volvía difícil. Yo podía ver sin ojos, oír sin oídos, comunicarme sin boca u otras partes del cuerpo. Conocía todas las cosas presentes y pasadas. Sentía que estaba en mi estado natural y que el cuerpo era el estado temporal no natural. Estaba en mi hogar al que pertenecía. Donde quería estar.
Sabía que tenía este cuerpo porque mi padre y mi madre tuvieron este pequeño cuerpo y todos sus espíritus próximos estaban usados. Iba a ser un cuerpo femenino muy débil y enfermo, pero era lo que necesitaba experimentar, lo que yo (el espíritu) necesitaba para crecer espiritualmente. Es como tomar clases universitarias de una asignatura que se aborrece (por ejemplo, matemáticas) pero de la que se sabe que es necesaria para pasar un examen con vistas a la graduación. Por lo tanto, convine con reticencia en tomar este cuerpo perteneciente a una familia con la que yo nunca había estado antes. Sabía igualmente que antes había habitado un cuerpo que era el de un enorme hombre malo que maltrataba a las mujeres y a los niños. Necesitaba vivir lo que supone ser una pequeña mujer enferma. Entendía por qué el cuerpo era disléxico. En los años 40-50, era una verdadera prueba cuando se era humillada y castigada porque no distinguías la derecha de la izquierda.
Y también entendí por qué escogí enfermería y por qué volvía a ella cada vez que la intentaba dejar para entrar en otra profesión. Todo estaba claro. Iba a la escuela lejos del hogar y sólo podía llevarme un bolso. Ciertos objetos eran necesarios y había poco sitio en el bolso. Tenía que elegir una sola cosa (como mi oso de peluche preferido, por ejemplo) y elegí mi talento de artista y fue una sabia elección. Los espíritus sabían que yo sólo estaba de paso, y yo también. Entonces, una brillante luz blanca empezó a aparecer al final del pasillo. Quise ir hacia ella. Se volvía cada vez más y más brillante y yo empecé a acelerar cada vez más y más rápido. Ella y yo sabíamos que yo había acordado tomar este cuerpo con renuencia y que no había completado mi tarea.
Se me tranquilizó con respecto a que no iba a estar sola y a que recordaría gran parte de lo que había experimentado. Era como una especie de charla de animación… algo así como: “Atención, tú puedes hacerlo… estamos orgullosos de ti.” Había rezado tantos años para saber en mi corazón si había algo tras la muerte… si Dios y Jesucristo existían. A los siete años, los curas y las monjas me llamaban “Santo Tomás el dubitativo” porque lo cuestionaba todo. Sólo sabía que lo que me decían no era cierto, pero no sabía cuál era la verdad.
La Luz sabía lo mucho que sufrí intentando recordar. Tratando de dar sentido a trozos de sueño, cosa que no hacían los demás niños. Estuve a punto de morir a los 14 años de una grave enfermedad y tenía sueños en los que estaba fuera de mi cuerpo y estaba en otros cuerpos con experiencias que no podía explicar, y estaba contra mi religión.
A los 6 años, vi una pequeña estatua del David de Miguel Ángel con una hoja de higo. Me puse furiosa y no sabía por qué. Encontré un pequeño trozo de arcilla azul brillante en un riachuelo cerca de nuestra casa. La extraje con precaución y corrí excitada hacia mi madre. Le dije que éste era el color que él necesitaba. Él tenía que tenerlo. Pero yo no sabía quién era “él”. Me sentí muy frustrada y lloré. Ella finalmente cogió la arcilla y dijo que iba a guardarla para “él”. A veces, por la noche, sobre todo cuando tenía fiebre (lo que era frecuente) podía oírlo a “él” decir: “Movimientos amplios y lentos.” Podía sentir esta fría piedra suave, parecida a un gran muslo. Tenía que pulirla con un paño rugoso y un fino polvo de la pila “allá”. Yo estaba a gran altura y tenía miedo a caerme, pero estaba más asustada por “él”. Ya como adulta, vi una foto del verdadero “David” y supe que era el auténtico. Sigo muy apegada a esta estatua. Pero ahora sé quién era “él”.
La luz me prometió que no volvería a tener estas experiencias y que conservaría mis recuerdos cuando volviese a mi cuerpo. Yo sabía que cualquiera que fuese mi deseo de quedarme, tenía que volver, y lo hice. Súbitamente estaba de vuelta en mi cuerpo, temblando, fría, en atroz dolor, sin poder ver por la sangre en mis ojos. La mujer puso un paño seco en mi cabeza y me limpió la cara. Me pusieron en la cama y se fueron. Mi novio perdió el conocimiento.
Alrededor de medianoche, su compañero de habitación volvió y me llevó al hospital. Me suturaron la herida de la frente y me mandaron a casa. La enfermera de urgencias sabía que yo tenía una conmoción cerebral, pero el médico no le hizo caso. Ella me dijo entonces que estuviese en la puerta de mi médico en cuanto abriese por la mañana. Y así lo hice. Él confirmó la conmoción cerebral, pero cuando intenté decirle lo que pasó, me dijo que o paraba o tendría que internarme. Durante mucho tiempo, no se lo mencioné a nadie.
No era importante para nadie salvo para mí. Conocer o no la verdad, no la cambia. Cuando todo el mundo “sabía” que la tierra era plana y que el sol giraba a su alrededor, la tierra era a pesar de ello redonda y giraba alrededor del sol. Ignoro por qué vine a vuestro sitio web. Ignoro por qué estoy escribiendo esto. Ya no me pregunto más estas cosas. Gracias por darme la oportunidad de escribir esto. Me siento mejor aun cuando sepa que puede que nunca sea leída. Un punto interesante: mi querido marido, mi alma gemela que murió en 1973, no estaba allí. No esperaba que estuviese allí. Está de vuelta aquí, pero de momento no me es dado saber dónde.
¿Alguna medicación asociada o sustancias que puedan haber afectado a la experiencia? No.
¿La experiencia fue difícil de expresar con palabras? Sí.
¿Qué es lo que en la experiencia la hace difícil de comunicar? No hay palabras para explicárselo a gente que no lo ha experimentado. Mi médico me dijo que fue un sueño, y que si continuaba pensando sobre ello, iba a tener que internarme. Por lo que me estuve quieta.
¿En el momento de la experiencia, existía una situación amenazante para su vida? Sí.
Describa: recibí reanimación cardiopulmonar.
¿Cuál era su nivel de consciencia y de vigilancia durante la experiencia? Pues fue una escena muy interesante. Estas dos personas completamente borrachas, actuaban como si estuviesen completamente sobrias, me reanimaron tan bien como lo pude ver hacer a lo largo de mi vida. Esto me interesó. Observé el comportamiento de mi novio, pero era como mirar a un bebé caer por el suelo con sus grandes pañales y echarse a llorar. No está lastimado. Está llorando de frustración. Es una experiencia de aprendizaje, no es grave. Ésta es la parte que puedo explicar con facilidad. La otra parte es difícil pues no es fácil de explicar con palabras.
¿Fue la experiencia de algún modo parecida a un sueño? Esta parte de mi experiencia no se parecía en absoluto a un sueño. Era la realidad y la comprendía completamente en aquel momento. Simultáneamente a lo que describí más arriba, se hallaban frente a mí un cierto número de entidades que eran físicamente como yo… en nuestro estado normal sin cuerpo. Éramos masas de energía ovoides “en rápido movimiento” a diferentes frecuencias. A mi izquierda había dos masas de energía… a falta de un término mejor yo las llamo “espíritus”. Se movían tan rápido como yo. Se “alegraban” de verme.
Ambos fueron nuestros vecinos cuando se hallaban en sus cuerpos (eran 30 o 40 años mayores que yo). Mi madre me había escrito unos meses antes anunciándome la muerte de uno de ellos. Dos semanas después de mi experiencia, me escribió diciendo que el otro había muerto justo días antes de mi experiencia.. Me sentía muy cercana a estos espíritus. Tres espíritus más se hallaban detrás de ellos, luego cuatro espíritus más y otra fila de alrededor de cuatro. (Con el paso de los años, mi memoria específica se desdibuja). A mi derecha había tres espíritus, luego 3 ó 4 más.
Había como una especie de pasillo estrecho entre estos dos grupos. No había suelo ni ningún otro objeto físico. Al borde del pasillo, en la tercera fila a la derecha, se hallaba el espíritu que había estado en el cuerpo de mi padre. Había muerto en 1969. No me sentía tan cercana a este espíritu.
¿Experimentó una separación entre su consciencia y su cuerpo? Sí.
Describa su aspecto o forma cuando estuvo fuera de su cuerpo: vea la experiencia.
¿Qué emociones sintió usted durante la experiencia? Vea la experiencia.
¿Oyó usted algún sonido o ruido extraños? No, no tenía oídos. No oí ninguna música como cuentan otros.
¿Pasó usted por, o en, un túnel o recinto? No.
¿Vio usted una luz? Sí.
Describa: reconfortante, muy brillante, “blanca”. Era una reunión de toda la energía de la que estoy actualmente separada. Los “espíritus” que estaban conmigo también formaban parte de la luz, pero sólo estaban ahí para acogerme e iban a volver a la luz colectiva.
¿Encontró usted, o vio, a otros seres? Sí.
Describa: los conocía a todos, pero no a todos en el curso de esta vida.
¿Experimentó usted una revisión de acontecimientos pasados de su vida? Sí.
Describa: vea la experiencia.
¿Observó usted u oyó, durante su experiencia, algo relacionado con personas o acontecimientos que pudiera ser verificado más tarde? Sí.
Describa: no sabía que un vecino, con cuya energía me encontré, había fallecido. De todos modos ahora ya no puedo corroborar esto, pues mi madre murió el año pasado de Alzheimer. Fue ella la que me anunció su muerte en una carta.
¿Vio usted o visitó dimensiones, niveles o lugares hermosos o de alguna otra manera peculiares? No.
¿Tuvo usted alguna sensación de alteración del tiempo o el espacio? Sí.
Describa: espacio y tiempo no tienen ningún significado. Son corporales.
¿Tuvo usted la sensación de tener acceso a una sabiduría especial, a un orden y / o propósito universal? Sí.
Describa: ver 4.
¿Alcanzó usted un límite o una estructura física de delimitación? Sí.
Describa: sabía que no podía ir hacia la luz. También había una separación entre mí y las otras esencias.
¿Se dio usted cuenta de futuros acontecimientos? Sí.
Describa: da mucho miedo y yo procuro no darlo. Cuando mi hijo tenía 16 años, lo vi en un ataúd, pero esbozaba una leve sonrisa y yo sabía que se encontraba bien. Una semana más tarde se vio envuelto en un grave accidente de coche con otros tres chicos que no se esperaba que sobrevivieran. Fue despedido, “abducido” fuera del coche en el primero de los 10 rodillos y sufrió una pequeña abrasión en su cuello. Un médico, 2 policías y varios enfermeros testimoniaron el accidente. Todos dijeron que era la cosa más extraña que nunca habían visto. Era como si alguien lo hubiese levantado y lo hubiese depositado sobre sus pies. Mi marido (que había fallecido 6 años antes) amaba mucho a este muchacho y sé que él es el responsable de esto.
¿Estuvo usted implicada en, o consciente de, una decisión de vuelta al cuerpo? Sí.
Describa: sabía que tenía que volver. No había discusión al respecto. Ello no me hacía feliz, pero no tenía otra opción.
¿Como resultado de su experiencia, ha recibido usted dones psíquicos, paranormales u otros dones especiales que no tuviera antes de la misma? No.
Describa: sin embargo, acepto / comprendo más lo que me ha estado sucediendo desde la infancia. También tengo fuertes sentimientos de que animar a tener, o buscar estas experiencias, no es un acto positivo. A veces siento una presión en mi hombro y el sentimiento… no vayas allí… no lo necesitas. Al principio, mis colegas de hospital se burlaban de mí cuando instalaba el carrito de reanimación al lado de la habitación de un paciente, cuando no había ningún indicio que hiciese suponer un problema. A veces, ni siquiera conocía al paciente. Ignoraba el motivo por el que lo hacía. Sin embargo, antes de que terminase mi servicio, se disparaba la alerta para ese paciente. El carrito de reanimación está concebido para gestionar las paradas cardiorrespiratorias y demás urgencias mortales.
Una enfermera jamaicana estaba segura de que era vudú. Un médico lo explicó como que yo era sensible a ligeros cambios en la condición del paciente y animó a las otras enfermeras a ser más vigilantes.
Ahora también entiendo por qué algunos de mis pacientes decían que su dolor disminuía cuando les tocaba. A veces podía sentir un cálido flujo de energía dejar mi cuerpo cuando les tocaba. Ellos se relajaban. Pero si lo hacía muy a menudo me cansaba mucho. Ahora sólo utilizo esto con mis nietos. Teníamos un cirujano que, cuando llegaba a planta, nos daba (a las enfermeras) un dulce y cálido abrazo. Él lo llamaba un abrazo recuperativo. Cuando él se encontraba bajo de energía, le cogía un poco a cada una de nosotras. Si nosotras necesitábamos energía, él compartía la suya con nosotras. La mayoría de la gente hacía burla de esto y algunos incluso lo llamaban “viejo verde”. Sin embargo, yo me sentía tan descansada y calmada tras un abrazo. Era un hombre grande y por un instante tenía la sensación de que estaba dentro de su cuerpo. Nunca sentí que era algo sexual…. era algo espiritual. Tras hacer esto durante 20 años, la administración del hospital le amenazó con retirarle sus privilegios si continuaba haciéndolo. Dejó de hacerlo y yo estuve muy contrariada. Antes de dejar el trabajo en el hospital la última vez, le hablé de esto. Recuerdo mirar su cara y estaba radiante. Tan sólo sonrió y dijo: “Tú sabes.” Dije: “SÍ.”
Fue un médico del MASH durante la guerra. No sé lo que pasó con él. Lo vi salvar vidas y realizar operaciones que ningún otro médico en nuestro hospital intentaría. No lo volví a ver después, pero tenía un espíritu muy especial.
Hace unos 10 años, vino a nuestra casa un joven estudiante, con otros 3, para trabajar en un proyecto de la facultad con nuestra hija. Muchos años antes, yo le había hablado a mis niños de mi experiencia, pero creo que no me creyeron por lo que lo dejé correr. Me sentí atraída hacia este joven sentado a la mesa. Levantó los ojos hacia mí, ignoro en qué momento pasamos al nivel espiritual. No hubo ni una sola palabra… sólo una muy cálida sensación de saber, una comunicación que no puedo explicar. Fui devuelta al mundo real por mi hija que me sacudía. Estaba muy contrariada y quería saber qué es lo que estaba pasando. Le dije: “Él sabe”. Él asintió: “Sí”. Ella quiso saber qué es lo que él sabía, por lo que le dije que él había visitado la luz. Él dijo que tendría por entonces 5 ó 7 años… una edad muy joven. Los dejé con sus estudios. Tras aquel día, mi hija dijo que ahora creía mi “historia” porque su compañero le había contado una experiencia similar. Nunca le había hablado de ello antes a nadie, pero supo en cuanto me vio que yo también sabía y se había sentido cómodo hablándole de ello a mi hija.
¿Tuvo usted tras su experiencia algún cambio de actitudes o de creencias? Sí.
Describa: ya no sigo intentando convencer a la gente. Soy más apta para dejar que las cosas sigan su curso, sintiendo que la gente aprenderá / entenderá cuando esté preparada. La única cosa por la que me apasiono es el suicidio. Me trastorno mucho cuando la gente empieza a considerar la posibilidad del suicidio. Me siento muy frustrada porque siento que alguien / algo me está deteniendo la mayor parte del tiempo. Tengo pues que argüir diciendo cuánto va a echarlo de menos su familia. Siento su dolor y eso me agota completamente. A veces tengo la sensación de que si no me alejo del potencial suicida, algo malo me va a ocurrir a mí también. Me cuesta mucho explicarme, así que dejaré de intentarlo.
¿Ha afectado la experiencia a sus relaciones? ¿Vida diaria? ¿Prácticas religiosas etc.? ¿Opciones de carrera? Me despidieron, junto con otras 60 enfermeras, cuando tenía 58 años.
Cada vez que intenté solicitar el desempleo o rellenar una solicitud para otro trabajo, algo me detuvo.
Me olvido de mi experiencia la mayor parte del tiempo. No intento recordarla, pero a veces cuando no consigo hacer algo, reflexiono sobre ella. Tenía el sentimiento de que había terminado con la enfermería como carrera, por lo que me retiré. Me volví una artista y una “canguro”. He hecho retratos al óleo que me han asombrado. Ignoro de dónde me vienen mis ideas de escultura con la arcilla “Femo”. Me siento con un pedazo de arcilla en la mano y, antes de que me dé cuenta, tengo hecho un pequeño elfo, o un gracioso mono, o un hada. Todas las artes se me dan excepcionalmente bien salvo las acuarelas. No logro aprender, por lo que las he dejado. Hace poco, un niño pequeño me pidió que pintara un retrato suyo para su abuela. Después, su amigo de 6 años lo vio y quería uno para sus padres. Éstos quedaron tan impresionados que me pidieron que hiciera uno de su niño de 2 años. Lo hice y quedó magnífico. El padre me dio 20 dólares que no quise coger. Él dijo que era para pagar el lienzo y la pintura. Es la única remuneración que he aceptado por mi arte. Prefiero donarlo. Para los regalos, mis hijos y sus amigos me dan vales de compra de un almacén local de arte y así puedo conseguir el material de arte. Hago un ramillete de diferentes cosas en casi todos los soportes y ellos cogen lo que desean. Esto me produce mucho placer y me “siento” bien. Esta es la parte de recompensa de lo que se supone que hago. Una promesa de la luz de hacer mi estancia aquí más fácil.
¿Ha compartido usted esta experiencia con otros? Sí.
Describa: vea 4.
1) Mi médico me hizo parar.
2) Unos dos años tras mi experiencia, estaba trabajando como enfermera de salud laboral para una gran compañía industrial y mi enfermera licenciada práctica me dio un libro escrito por un médico sobre su experiencia extra corporal durante la guerra. Dijo que ella nunca compraba libros, siempre los pedía prestados a la biblioteca. No sabía por qué había comprado éste. Lo leyó y no le dijo nada. De hecho tuvo dificultades para leerlo y más bien lo leyó por encima. Sin embargo, tenía la extraña sensación de que debía dármelo. Lo leí esa noche. Incluso si no se correspondía con mi experiencia, me hizo darme cuenta de que quizás yo no era la única que había tenido una experiencia extra corporal. Al día siguiente, quise devolver el libro pero no lo encontraba. Durante 2 semanas miré por todas partes pero no logré encontrarlo. Finalmente, fui a la librería y la vendedora localizó un ejemplar tras muchas búsquedas en el ordenador. Llegó 2 semanas más tarde y se lo di a la enfermera. Cuando volví a casa aquella noche, el primer libro se encontraba sobre la mesa de la lámpara, cerca de la puerta. Nadie había venido a la casa desde que la dejé aquella mañana. Extraño. Le dije a la enfermera lo que había pasado. Mujer muy religiosa, sintió que Dios lo había hecho por alguna razón. Me sentí compelida a hablarle de mi experiencia. Escuchó respetuosamente y apuntó que si yo creía que aquello se había realmente producido, entonces realmente había ocurrido. Dios actúa de manera misteriosa. También me aconsejó que me guardara eso para mí, si no la gente iba a pensar que estaba loca. Ambas convinimos en que aquella discusión jamás había tenido lugar.
3) Mis hijos tras 5 años aproximadamente: mi hija ahora me cree, pero admite que no comprende. Mi hijo escuchó atentamente, no hizo comentarios, nunca volvimos a hablar del tema.
4) 1985. El abuelo de mi nieto sufrió un ataque cardíaco y cirugía de bypass. Hablamos de la muerte y de la posibilidad de una vida después de ésta. Conté parcialmente mi experiencia y él me escuchó. Es ingeniero, un hombre de una gran inteligencia que habla poco. Dos años más tarde sufrió un ataque cardíaco, sin respiración ni pulso detectable. Llamé a urgencias, no conseguí sacarle del sofá. Es un hombre corpulento y estaba pegado al sofá a causa del sudor, que con los 40 grados de Florida, lo había clavado a la madera tratada. Salté sobre él y le hice un frenético masaje cardíaco. Justo en el momento en que llegó la ambulancia, sus pupilas comenzaron a reaccionar y reanudó la respiración. En el hospital me dijo que estaba decepcionado, porque no había tenido ninguna experiencia. Se acuerda del dolor en el pecho, de haber estado sentado en el sofá y luego de enfermeros que se ocupaban de él. Jamás volvimos a hablar de ello. Tengo la sensación de que no me cree.
5) En 1987, durante un curso universitario sobre las Religiones del mundo (aspectos generales) hablábamos de los rituales funerarios de los hinduistas… se le dice al muerto en varias ocasiones que vaya hacia la luz blanca y que no haga caso de las luces de colores. No recuerdo lo que dije, pero el profesor (un indio, nacido en una familia hinduista, pero educado por monjes católicos) me preguntó si había tenido alguna salida fuera del cuerpo. Le respondí que sí, pero no recuerdo cómo siguió la conversación.
6) El semestre siguiente, fui llamada al despacho del profesor de “pensamiento creativo y crítico”. Me dijo que yo destacaba en clase, pero no por ser la estudiante con más años (de hecho no lo era) sino porque normalmente estaba radiante y aquel día no. Quería saber qué es lo que me pasaba. Estaba exhausta. Una joven compañera de clase estaba teniendo ataques y su medicación no funcionaba. Aquel día temprano había tenido un ataque en la cafetería tras el cual dejó de responder. Llamamos a una ambulancia y yo le di toda mi energía. Estaba tan débil que no pude dar la siguiente clase. Se lo dije al profesor quien me puso en guardia al respecto. Me dijo que diera tan sólo aquello que pudiese ahorrar. Hablamos durante un rato de mis experiencias corporales y entonces me preguntó acerca de mi experiencia extra corporal. Esto me sorprendió, pues no sabía a dónde quería llegar. Por un lado, me sentía muy incómoda hablándole de ello, pero mi boca seguía hablando muy rápido, casi fuera de control. Era como si algún otro estuviese utilizando mi cuerpo. No hablaba de mi experiencia, sino como un profesor explicando a qué se parecía estar sin un cuerpo en un sitio donde el tiempo y la distancia no existen. Detallé la estructura molecular, la física, las propiedades de la energía. Fue la más extraña de las experiencias. Él escuchaba atentamente. Cuando finalmente terminé, le pregunté si él había tenido alguna vez una experiencia fuera del cuerpo. Me respondió que no la había tenido pero que estaba leyendo sobre ello y que estaba muy interesado. Nunca volvimos a sacar a colación dicha conversación.
7) El compañero de clase de mi hija, descrito más arriba.
8) 1989-1990. Un día, con otras 5 enfermeras durante una pausa en el hospital, una de las enfermeras contó su experiencia fuera del cuerpo (20 años antes) justo cuando tenía veinte años de edad, al tener una parada cardiaca en la sala de reanimación, tras una importante operación abdominal sobre múltiples segmentos gangrenados del intestino. Recordaba que yo estaba presente como enfermera. Explicó cómo vio a Jesús, María, José, Dios con una toga blanca y una larga barba blanca, oyó una bella música de instrumentos divinos tocados por ángeles. Había hermosas flores fragantes que no tenemos en la tierra, verdes montañas, límpidas corrientes… yo escuché sin hacer comentarios. Su cara resplandecía mientras hablaba de esta experiencia que había cambiado su vida y de la razón por la que se metió a enfermera. Subiendo al ascensor le susurré que yo también había tenido una experiencia extra corporal pero que en absoluto era como la suya. Jesús estuvo ausente. Al día siguiente, cambió su pausa para el desayuno para que coincidiera con la mía y me preguntó si quería contarle mi experiencia. Encontramos una mesa aislada y se la conté. No dijo nada, pero sus lágrimas resbalaban, no paraba de menear la cabeza diciendo “sí” y acariciándome la mano. A continuación me dijo que ella había tenido la misma experiencia que yo y que estaba muy agradecida de saber que no estaba loca. Me contó que cuando volvió en sí en su habitación tras la experiencia había allí un cura para darle la extremaunción. Ella intentó decirle lo que había visto, pero él no paró de interrumpirla diciéndole que Jesús había venido a encontrarse con ella. El cura volvió todos los días durante un mes… hasta que salió, le dijo y repitió lo que se supone que debía de haber visto, hasta que ella se lo creyó. Y no fue hasta que yo le susurré esas palabras en el ascensor, que los recuerdos de lo que realmente había experimentado afluyeron de nuevo. Dijo que estaba agradecida y nunca más hablamos del asunto.
9) Hace cosa de un mes, un cura y su asistente llamaron a mi puerta, querían hablar de mi alma mortal. Yo estaba ocupada con mi hijo pequeño al que le estaban saliendo los dientes; planté cara a esa terrible pareja y les dije bruscamente: “¿Alguno de ustedes dos ha muerto alguna vez y luego ha vuelto?” Ellos respondieron: “No”. Entonces repuse: “Si alguna vez les ocurre, vuelvan y entonces discutiremos de nuestras almas mortales”. Reaccionaron como si hubiesen visto un fantasma y huyeron por el pasillo; aquello me regocijó para el resto del día.
10) A ustedes. Eso es todo.
¿Qué emociones experimentó usted después de su experiencia? Temor a ser internada en psiquiatría si alguien se daba cuenta de ello. Miedo a ser etiquetada de “chiflada” y eventualmente a perder mi licencia de enfermera. Frustración por no poder hablar con nadie. Ausencia de miedo a la muerte. Muchos temores concernientes al tiempo que me quedaba antes de la muerte de mi cuerpo. Hace 5 días, mi médico me preguntó que de qué forma deseaba morir. A los 63 años hay que pensar en ello. Mi madre murió en agosto pasado de la enfermedad de Alzheimer a la edad de 89 años. Murió de hambre porque había olvidado cómo se traga. Había expresado su voluntad de no ser alimentada a la fuerza. Durante 13 meses, me ocupé de ella las 24 horas del día, los 7 días de la semana, respeté su voluntad. Pero, cómo deseé poner el maldito tubo en su estómago y alimentarla por sonda gástrica. La ví morir centímetro a centímetro. Es lo más difícil que he hecho jamás, no quiero que mis hijos pasen por esto. Ella no me reconocía, ya no se conocía ni a sí misma. Mi padre murió a los 68 años de una parada cardiaca, con una sonrisa en los labios. Era fumador como yo, su trabajo era estresante. El mío también. Tengo un problema cardíaco que, si no se atiende, al final te mata. Si tomo medicamentos, sobreviviré y estaré a la merced del Alzheimer. Tengo la sensación de que ahora me dan una opción. Es algo que no aprueban ni mi marido ni mis niños. Aprieto la receta en mi mano… y la pongo lejos. Siento el peso en mi hombro… “Está bien”.
¿Cuál fue la mejor y la peor parte de su experiencia? Toda ella fue maravillosa, confortable. La parte dura vino después.
¿Hay algo más que quisiera añadir en relación con la experiencia? Creo que ya lo dije. Gracias por esta oportunidad.
¿Ha cambiado su vida específicamente a consecuencia de su experiencia? Sí.
Describa: ver más arriba.
¿Tras la experiencia, ha habido otros elementos en su vida, medicamentos, o sustancias que hayan reproducido parte de la experiencia? No lo sé seguro.
Describa: he intentado repetirla… pero siempre me he detenido, sintiendo que aquello no estaba bien.
El padre de mi hijo pequeño puede hacer salidas fuera del cuerpo ligado a un hilo de oro. Lo intenté una vez y el hilo no estaba ligado, por lo que me detuve y no lo volví a intentar más.
¿Las preguntas planteadas y la información que acaba usted de proporcionar describen exacta y exhaustivamente su experiencia? Sí.
¿Por favor ofrezca alguna sugerencia que usted tenga para mejorar el cuestionario de www.nderf.org? Habéis hecho un muy buen trabajo. Me alegro de que haya terminado. Ahora siento que me duele el trasero y que tengo hambre.