Yolanda W ECM
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Descripción de la experiencia:
Tengo 33 años ahora. Tenía 23 cuando tuve mi experiencia. Tenia neumonía y me
estaba matando. Era noviembre, tres días después de Halloween. Fui a la sala de
emergencias en Tennessee. Cuando llegué, no podía respirar. Dijeron que no debía
haber podido cruzar las puertas porque mis pulmones estaban llenos. Dijeron que
debía haber muerto. Comencé a perder la consciencia, de a ratos. Le dije a mi
esposo que llame a mi mamá. Ella estaba en la iglesia. Le dije el número, lo que
es raro porque nunca había llamado a la iglesia antes de eso. Pero sabía el
número como si llamara todo el tiempo. Perdi la consciencia. Volví por un
momento. Mi mamá estaba allí. Me dijo que iban a conectarme a un respirador.
Todo lo que pude hacer fue sacudir mi cabeza negando. No quería eso, y perdi la
consciencia nuevamente. Lo siguiente que recuerdo es estar en la oscuridad.
Pensé que estaba sola pero escuché una voz. Era amable, reconfortante y amorosa.
Era como si me abrazra. Me dijo que yo estaba bien; todo iba a estar bien. Nunca
me dijo si iba a morir o a vivir. Yo estaba en paz, confortable, y más feliz que
nunca. Finalmente, me sentía segura por primera vez en mi vida. Le dije que ya
no tenía miedo y que estaba lista sabiendo que no iba a ver a mis bebés de
nuevo. Sabía que iban a cuidar de ellos. Estaba lista para ir. Debo decir que
había tratado de suicidarme, había tratado de morir por un largo tiempo, así que
entienden por qué estaba lista. De pronto me desperté. Abrí los ojos, miré
alrededor y comencé a llorar. No estaba segura por qué, tal vez porque estaba
feliz, o tal vez por la pérdida de la sensación de seguridad y paz pura. Habían
pasado cuatro días. Había estado inconsciente por cuatro días. Viví, y esa fue
la experiencia más maravillosa que he vivido en toda mi vida, hasta ahora.